jueves, 15 de marzo de 2012

EL AGUA EN LA LACTANCIA



Ni papá ni mamá fueron las primeras palabras pronunciada por mi hijo Antonio . Mientras lo bañábamos, y con la satisfacción que le daba reconocer, su hasta hacía poco, medio natural, la palabra que pronunció fue “agua”.Como dice el refrán en “casa de herrero cuchara de palo” su primera enfermedad importante fue una salmonellosis. Boticaria o no, si algo nos une a todas las primerizas es nuestra falta total de experiencia y la necesidad de buscar el buen consejo.
La salud y el bienestar de nuestros hijos, depende en gran medida de la alimentación en la primera infancia y por tanto de un suministro óptimo de nutrientes en sus primeros años de vida. Todos los estamentos sanitarios  reconocen las benevolencias de la lactancia materna exclusiva en de los primeros seis meses de vida. Sin embargo con frecuencia no es posible y procedemos a la utilización de sustitutos. En estos casos debemos tener presente que a la inmadurez de los sistemas renales y gastrointestinales de los recién nacidos, hay que añadir,  las mayores cantidades de agua que requieren en relación al peso con respecto al adulto. La cantidad de agua que presenta un recién nacido en su organismo es muy superior a la de un adulto y se estima que los requisitos para un lactante son aproximadamente de un litro diario, casi tres veces más que un adulto, siempre en relación al peso.
            Los productos en polvo para lactantes (PPL), no son estériles ya que los procesos tecnológicos actuales no lo permiten, por lo que a la hora de  reconstituirlos hay que tener especiales precauciones, sobre todo para evitar contaminaciones por Enterobacter sakazakii y Salmonella enteritis.
El E. sakazakii se encuentra muy difundido en la naturaleza y crece y se fija en las superficies (biofilm) del material comúnmente utilizado en la preparación de los PPL como látex, silicona y acero inoxidable.
  Los PPL son medios ideales para la proliferación de microorganismos por lo que la preparación, el almacenamiento y la manipulación de las PPL deben hacerse de forma higiénica, para reducir los riesgos. El lavado de manos y la limpieza y esterilización de los materiales utilizados en al reconstitución de los PPL es fundamental.
En líneas generales, se debe tener presente que realizar las reconstituciones a temperaturas superiores a 70ºC reduce drásticamente los riesgos, de igual forma que lo hace el reducir el tiempo de espera entre la reconstitución y la ingesta. En el caso de que se vaya a prolongar este tiempo la preparaciones deben mantenerse en nevera por debajo de 5ºC no más de 24 hrs.
Existe una gran variedad de PPL que varían en nutrientes, calorías, sabor, digestibilidad y coste. La mayoría de los bebés toleran bien las leches de vaca. Estas leches han sido modificadas su composición para que sean más parecidas a la leche materna. Los cólicos tan frecuentes en los niños no tienen por qué ser la consecuencia de dicha alimentación. Junto con éstas existen otras fórmulas especiales que sólo deben ser utilizadas bajo supervisión médica.
En la reconstitución de las leches se deben seguir estrictamente las recomendaciones de dosificación del fabricante y un agua de reconstitución específicamente destinada para tal uso. Si bien las características están todavía por definir, ya que la concentración iónica del agua de abasto difiere en gran medida de la de la leche materna, sí se deben de  tener en cuenta la presencia de iones muy frecuentes en nuestras aguas de abasto  como son el sodio, el calcio, el manganeso o el flúor. ,así como otros como el molibdeno y el cobre. Por ello se recomienda la utilización de aguas envasadas de bajo contenido mineral y en especial aquellas que en su etiqueta venga expresamente indicado su posible utilización para la reconstitución de alimentos infantiles, procediendo previamente a su esterilización mediante ebullición.