El
estallido de color que debieron contemplar los primeros europeos al llegar a
tierras americanas debió ser tan impactante como lo es hoy. Tras el oro y la
plata los europeos se fijaron en este colorido y se interesaron por su
obtención. Hoy en día nos impacta todavía la espectacularidad de los festejos
relacionados con la muerte en contraste con la
solemnidad con la que lo hacemos
nosotros. Aspecto manifiestamente presente, aún a día hoy, en las festividades
del Corpus, la celebración más antigua y la idónea para evangelizar con el Dios
sol representando al Santísimo Sacramento a la cabecera de la comitiva.
Canarias fue paso obligado para el descubrimiento del nuevo mundo, un
descubrimiento que nos influyó, aunque no de igual manera, tanto a la ida como a
la vuelta. Si Canarias fue ,con la orchilla,
para los romanos una fuente para el color púrpura, su influencia en el
siglo XIX con el rojo de la grana y el azul índigo de orígen americano no fue inferior.
A ambos lados
del atlántico el color rojo tuvo un marcado valor ceremonial tal y como lo
atestiguan los rituales mayas o el sagrado corazón de Jesús que se encargaron
los jesuítas de difundir. Aspectos que vivimos con mayor presencia los estados
frontera como el nuestro y que nos resistimos a perder.
Un símbolo tan
emblemático para nuestro pueblo como es el corazón lo tenemos en Tejina desde
tiempos muy tempranos cuando los Agustinos portugueses cofundadores de Tejina,
fieles a su lema, trajeron al barranco de la Misericordia, el actual barranco
Aguas de Dios. Fueron también los
agustinos los que establecieron la tradición del Viernes de Dolores. El corazón agustino viene a representar el
amor completo consumido por el fuego y atravesado por el dolor de la pasión de
Jesucristo. El apartado tercero de la Reglade San Agustín establece
“En primer término ya
que con este fin os habéis congregado en comunidad, vivid en la casa unánimes
tened una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios”
En la época de
la revolución francesa fue símbolo de la contrarreforma de los chuanes
(realistas frente a republicanos) que se hicieron fuertes en el sur de francia
en la misma zona de donde partieron los 100.000 hijos de San Luis con O´Donell
entre sus filas. Para los canarios fue nuestra época dorada de la cultura pero
para la sociedad en general fue un
auténtico espejismo ilustrado.
El empuje
propiciado por el Rey Ilustrado Carlos III con las Reales Sociedades Económicas
Amigos del País (RSEAP) había permitido a finales del siglo XVIII reducir el
analfabetismo de un 80 a un 70% pero las políticas desamortizadoras destruyeron
la única estructura educativa de la que se disponía, la del clero regular. En
el censo de 1860 el porcentaje de analfabetismo se superó a sí mismo llegando a
alcanzar el 89,99 % de la población (1). La elevada tasa de natalidad que
pretendía compensar las defunciones de los menores, junto con las mejoras
sanitarias en el control de las enfermedades permitió un paulatino aumento de
la población. Esta población se encontró con una crisis derivada de los bajos
precios del vino, la desaparición de la orchilla y la barrilla y finalmente la
hambruna que provocó la sequía y las plagas. Esto propició una emigración
masiva que afectó inclusive a
propietarios como fue el caso en Tejina de los hijos de Manuel Antonio y
de Tomás González Alejos (Bartolomé y Tomás) los vecinos que vivían detrás de
la Iglesia.
A principios
del siglo XIX un cultivo parecía que podría ser el revulsivo que la sociedad
canaria requería, la cochinilla,
parásito de los nopales con el que se obtenía otro colorante rojo, la grana que
debe su nombre, y los variantes como el granate, a que en los comienzos no se
sabía si se trataba de vegetal, animal o mineral. La primera referencia
científica data de 1525. En 1666 el naturista P.Plumier demostró en laboratorio
su orígen animal y en 1756 Charles Lenné en su obra Sistema Natural le asigna
el nombre científico de Cactus cacti
(2).
La cultura
canaria siempre estuvo muy vinculada a los colores como nos lo muestra el
topónimo Bermejo que nos toca muy de
cerca. Tiene su origen etimológico en el latín medieval vermiculus (cochinilla
de carmín) o gusanillo minúsculo. También tiene el mismo orígen su versión
francesa Bermellón o el castellano carmesí después de la influencia árabe.
La primera referencia
que se tiene sobre el interés que podía suscitar para canarias el cultivo de la
cochinilla se le debe a Sabino Berthelot en 1822 (3), pero al que se tiene como
verdadero introductor de la cochinilla fue a un párroco José de la Concepción
Quintero y Estévez que ejerció en Tejina a comienzos del siglo XIX. Fue este
cura el que trajo la penca infectada desde Cádiz y propagado en 1828 por el cirujano Santiago
de la Cruz y por el teniente coronel Juan de Megliorini quienes a su vez se lo
hicieron llegar a boticario lagunero ejerciente en Las Palmas Villavicencio. La
mejor calidad de la cochinilla sobre el pigmento rojo de Turquía, el desarrollo
de la industria textil en Inglaterra con la moda de las nuevas vestimentas como
el chaleco carmesí y la fácil adaptación del cultivo hizo que este cultivo
sorteara las primeras reticencias de los agricultores y se propagara con
rapidez (4). De esta manera Manuel Ossuna Saviñón escribía en 1846 en
“Apuntaciones sobre el cultivo del nopal
y cría de la cochinilla en las Canarias” (5)
un movimiento general, como si fuera
un golpe eléctrico, ha puesto en acción a todos los propietarios y labradores.
que hasta ahora habían permanecido como pacíficos espectadores, que ya no queda
rincón alguno en las islas donde no se ensaye el cultivo de la grana
Esta fue la
época álgida del tejinero Gregorio Suárez que como comentaba Antonio Pereira y
Pacheco en su Municipalidad de Texina (1845) había cultivado de nopales sus
propiedades de Arico las cuales disponían además de agua propia. Agua y guano
eran requisitos imprescindibles para que el nopal no se viese afectado por el
propio parásito. El agua adquirió más protagonismo que incluso la tierra, lo
que le da un valor añadido a Gregorio Suárez al constituir una de las primeras
comunidades de regantes de la isla (1850) en Tejina con las aguas que
discurrían por el barranco Aguas de Dios. Esta política de alumbramientos alteró el paisaje rural “ … lo que antes era un paisaje cruzado por
arroyos y aguas corrientes, se vio de repente convertido en una superficie
rigurosamente árida. Los alumbramientos subterráneos secaron los veneros que
nutrían los nacientes y corrientes ....”. Desaparecieron los 215
manantiales de superficie de Tenerife (de ellos, 93 de aguas públicas).(6)
La expansión
del cultivo fue tan grande que su caída, no podía ser de otra manera, iba a ser
peor que la del azúcar o la del vino. Con la aparición de la anilina, el
violeta de Perkin (1856) y o negro de Lighfoot y con la Exposición Universal de Londres (1862),
donde se dieron a conocer colorantes como la hulla magenta y solferino, parecía
que el reino mineral se imponía sobre el animal (7). La crisis de 1870 fue de
tal calibre que la cuarta parte de la población de Las Palmas tuvo que emigrar.
Si Tenerife sufrió en mayor medida la crisis del vino Las Palmas lo
sufriría ésta aún más. Historias que se
han repetido en Canarias y análisis que no pierden actualidad.
Comentaba
entonces Domingo J. Navarro que la ley ineludible de la económica política dice
que cuando la oferta excede la demanda
el género que se ofrece pierde estimación. Señalaba como remedio que se
abonaran los terrenos y se extiendan otros cultivos como el tabaco, el cultivo
del gusano de seda,la vid, la caña de azúcar, el café, las pitas etc.
REFERENCIAS
1.-. El tránsito a la
contemporaneidad. Oswaldo Brito González
2.- Los tintes naturales en los
tejidos canarios. Nilia Bañares Baudet. El Pajar 99..
3.- El antiguo Santa Cruz.
Francisco Martinez Viera.
4.- La explotación de la
cochinilla en la canarias del siglo XIX. Nicolás González Lemus. Archipiélago
Historia 2ª serie V, (2001).175-192.
5.- Apuntaciones sobre el cultivo
del nopal y cría de la cochinilla en las Canarias. Manuel Ossuna Saviñon
(1846). Biblioteca Wildpret 02483.
6.-Agricultura y Paisaje en
Canarias. La perspectiva de Francisco María de León y Falcón. Domínguez Mújica,
J. Moreno Medina, C.J., Ginés de la Nuez, C..
7- Historia Social, Política y
Económica de Canarias. La cochinilla en las Islas Canarias. Introducción,
expansión, auge y decadencia. Seminario de Estudios Históricos Canarios.