lunes, 28 de agosto de 2017

El Haya, una interpretación botánica de los Corazones




“Y saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz se elevará una flor. Y reposará sobre él el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu  de ciencia y temor del Señor”.  Isaias, 11,1


La cultura del pan y el vino ha sido una característica del mediterráneo, de oriente nos llegó y con rapidez se extendió por todo el imperio romano. En ciudades como Tomar (Portugal), la ciudad de donde provenía Asenjo Gómez, fundador de Tejina, se celebra la fiesta de los Tabuleiros (bandejas) que es una de las más antiguas del país y que conmemora la festividad de Pentecostés, orígen de la iglesia cristiana, recordando cómo en forma de llama se posó el Espíritu Santo sobre la cabeza de los apóstoles. Se cree que tiene su orígen en la Reina Santa Isabel de Portugal, copatrona de la Catedral de Laguna,  como agradecimiento a Dios por evitar el conflicto entre su hijo y su marido, el rey Dionisio de Portugal. La alegoría consiste en una procesión de una número variable de chicas (más del centenar) vestidas de blanco en señal de pureza que portan sobre la cabeza un artilugio que recuerda a las mangas procesionales pero  ornamentado con flores y panes, coronada con una paloma o cruz. En la fiesta se procede al  reparto del pan y el vino desde carretas arrastradas por bueyes. Pentecostés es también una cristianización de otra fiesta pagana, la que después de siete semanas de siete (49 días), coincidiendo con la recogida del grano, se daba gracias a la diosa Ceres por los bienes recibidos. La fiesta del Espíritu Santo, el Corpus o la fiesta de las cruces no dejan de ser cristianizaciones de la fiesta pagana de exaltación a la vida y a los bienes recibidos tras la incertidumbre del invierno En ella  impera la feminidad imponiéndose la variabilidad del calendario lunar frente al más estático solar de las estaciones.
Creemos que nuestros corazones encierran todas estos valores o creencias. El haya o faya en su traducción portuguesa, es el máximo exponente de nuestro monteverde, el fayal-brezal. Su presencia siempre estuvo acorde con los usos tradicionales de la economía campesina debido a su gran capacidad para crear masa arbórea en poco tiempo utilzándose como leña, como ramaje para alimento  y cama de ganado (9). La Mírica faya junto con el Brezo (Erica arborea) dan nombre a nuestro particular bosque sagrado como en Europa lo hace el Haya (Fagus sylvaticus) con su porte blanquecino. El propio Viera y Clavijo se hace eco de dicha confusión poniendo de manifiesto su endemismo y aunque él lo consideraba dentro de la familia de los acebos (Ilex Aestivalis canariensis) hoy lo clasificamos dentro de la Miricaceas. Él manifestaba de esta manera que nada tenía que ver con la llamada fagus en latín que era una especie indígena y peculiar de nuestras Canarias y de la isla de Madera cuyo fruto es una baya redonda, jugosa y dulci-amarga que  lo herreños la llaman erúes y en años estériles las muelen y hacen una especie de gofio. Su corteza tiene uso en los tintes para teñir de amarillo.

Fue la iglesia de la ilustración, descendiente de Viera y Clavijo, la que se vió en la necesidad de separar estos aires paganos del principal acto litúrgico que entonces teníamos, el Corpus Cristi. Desde la conquista, el Corpus Cristi se convirtió en una manifestación perfectamente jerarquizada de todos los estamentos sociales (1). Mientras Dominicos y Franciscanos se disputaban la hora de la procesión, los Agustinos en cambio, preferían celebrarlo, el primer domingo de septiembre (2).Coincidía en fechas la octava de la fiesta de San Agustín con la de San Bartolomé, santo también de la Iglesia agustina del convento del Espíritu Santo, la que posteriormente se llamaría Iglesia de San Agustín. Estos actos de exaltación cogían especial relevancia en la octava, sobre todo si se hacían coincidir con las del santo patrón, tal y como aconteció en Tejina en 1821 (3). En pleno trienio liberal el párroco ilustrado de Tejina Santiago Raymond Quintero y Estévez se vió inmerso en una disputa con el ayuntamiento constitucional por plantear la anulación de la celebración de la octava del Corpus, tal y como se exigía desde hacía más de 40 años. Esta propuesta no fue secundada por el vicario Martinón y el 13 de agosto desautorizó la decisión del párroco


No haga usted ninguna novedad en cuanto a no hacer, como Vmd. pensaba, la procesión de la octava del Corpus por las calles, sino que por el contrario condescienda con la piedad de este pueblo sacando dicha procesión en el dia del patrono según ha sido costumbre y haciendo dicho pueblo lo que tenga por conveniente en orden a regocijos. Yo bien conozco que suele haber algún desorden en éstos, pero toca a la policía el evitarlos y a Vmd. toca también emplear el intento de las insinuaciones amorosas, ya que las palabras injuriosas sólo sirven para irritar a los fieles y comprometerse Vmd. mismo.



Las actitudes liberales habían dejado sin base social al clero ilustrado y estos volvieron a retomar las absolutistas de mano del lagunero Santiago Bencomo hermano de Cristóbal, confesor real, Inquisidor General y Arzobispo de Heraclea, principal artífice de la creación de la Diócesis Nivariense en 1819 (4). Esta documentación encontrada por Manuel Hernández en el archivo diocesano demuestra el arraigo de la costumbre de la octava del Corpus en la fiesta patronal de Tejina y cómo la costumbre de los arcos frutales, propio de esta octava, van abandonando sus características iniciales dando lugar a los corazones de hoy en día siguiendo las vicisitudes y modas de la época. La complejidad que han adquirido los corazones de Tejina en comparación con otros de características similares como los de Güímar o los del Sauzal (5) sólo lo explica un proceso de mejora continua buscando la perfección de las formas y reafirmando su esencia a lo largo del tiempo. Estas ofrendas frutales son comunes en toda la geografia hispana, desde las fiestas en honor a San Antonio de Padua en Cangas de Onís a las de la Virgen de Las Nieves o San Pedro en la Palma San Pedro en Breña Alta o al ramo de la Gomera. En Tejina todo parece indicar que el decaimiento de la fiesta militar tras la marcha del regimiento de Ultonia dio paso a reforzar la ofrenda frutal frente a la de barcos. Tal y como nos recuerda la tradición oral (Sebastián Rojas a través de  los comentarios de la familia González Rivero) la ofrenda frutal del interior del templo se transformó en un tablero en la plaza donde se colgaba la fruta acorde con las exigencia reales que existían desde 1777 (Real cédula de 20 de febrero acatada por el cabildo el 2 de mayo) de sacar de las iglesias estos actos de exaltación. El que éste adquiriese la forma de corazón, bien desde su inicio o con posterioridad, solo fue probablemente cuestión de tiempo con la llegada a Tejina del fraile agustino José Nicolás de León,  la adaptación de la tercera regla de San Agustín que fue siempre su símbolo. Si los dominicos nos trajeron el Rosario y los franciscanos el Vía Crucis, los agustinos hicieron lo mismo con el Viernes de Dolores una celebración instaurada por Benedicto XIII en 1727. Esta devoción tuvo especial relevancia en Tejina con la creación de la cofradía de la Virgen de los Dolores en 1777 y que tuvo como mayordomo al capitán y alcalde Tomás Suárez de Armas, abuelo del Senador tejinero Gregorio Suárez Morales. Entraría en decadencia el segundo cuarto del siglo XIX coincidiendo con los gobiernos liberales y las políticas desamortizadoras de propiedades de cofradías y conventos lo que dió pie al párroco Juan Espinosa y Salas, con los actos de exaltación de la Inmaculada Concepción, a rescatarla en la archicofradía de Corazón de María en 1852. Sería luego el párroco Eduardo de Mesa , don Fausto, con su gran devoción y principal impulsor del culto al Purísimo Corazón de María que es la principal devoción del Monasterio de Clarisas el que mantuviera viva viva la llama durante todo el siglo. Una devoción mariana que también pudo estar presente en Tejina desde su fundación a través de estas monjas del ya que las mismas aparecen con propiedades en el barranco Aguas de Dios hasta las políticas desamortizadoras del siglo XIX. La Virgen de los Dolores o el corazón hiriente de María viene a representar la carga de feminidad que requiere toda octava de la fiesta de las mieses en agradecimiento por los bienes recibidos. Nuestra relación con los agustinos fue continua a lo largo de los siglos tanto a través de la Iglesia del Socorro en Tegueste Nuevo como con Santa Catalina en Tacoronte y el convento del Cristo de Dolores. Viera y Clavijo lo dejaba claro cuando citaba que tras la epidemia de Landres (peste bubónica) de 1582 los frailes agustinos se refugiaron en sus propiedades de  la costa de Tejina dejando viviendas de piedra y paja como huella de esa estancia que duró más de un año. Una presencia agustina y franciscana a través de las monjas clarisas que sin duda marcó nuestra cultura cristiana.
La interpretación de nuestro símbolo , el doble corazón,  debe hacerse, por tanto, en clave de octava del Corpus. El Corpus es una celebración que surge en la edad media fruto de la heterodoxias propias de la época, tiene su auge en la edad moderna como principal herramienta política en contra de la reforma protestante, mientras que en la edad contemporanea,  jansenitas y eudistas se enzarzaron en una disputa teológica que tuvo en San Agustín  ,un personaje de la edad antigua, y su corazón a su principal protagonista. La celebración del sagrado corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María se lleva a cabo el viernes y sábado siguiente al Corpus y la copatrona de Tejina, la Virgen de la Encarnación representa la unión física de ambos, la que da orígen al gran dogma cuando el verbo se hace carne. La mejor interpretación de la creencia popular nos la da el marchante Francisco Mallorquín que manifiesta ante la inquisición las creencias que le transmitió su padre, un pobre cochinero que no sabía leer ni escribir:


Cristo fundó a su madre y se engendró en sus entrañas y se le entró luego en el corazón y allí estuvo encerrado nueve meses y cuando quiso salir abrió puerta o endija al corazón de su madre y por ella salió y la volvió a cerrar dexándola siempre Virgen, a que añadió que el corazón tiene cinco partes y lo explicó con algunas simplezas (6).


Esta interpretación del doble corazón no es nuevo, ya fue citada por Adolfo González Rivero en 1959 cuando, conmemorando el 140 aniversario, citaba a dos corazones en lugar de los tres que ya existían en el pueblo (7). Dicha antigüedad fue reafirmada por el periodista Vicente Borges en el pregón de las fiestas de Tejina de 1966. Charbonneau (8) en su estudio sobre la simbología cristiana nos explica el significado del doble corazón al describir el corazón de Poitou, cuna del cristianismo francés y enclave estratégico de la ruta jacobea que une el norte de Europa con Santiago de Compostela en su ruta más occidental. Utilizando un molde de cerero que pertenecía al notario Houdalille describía cómo los dos brazos de corazón habían sido suprimidos para dar paso a dos monogramas de forma antigua IHS, Ihesus y MRA, María. Para ampliación cada uno de estos dos corazones está también representado: por el sol el de Jesús y por la luna , el de la Virgen. Bajo los Corazones Sagrados figura un corazón de fiel inflamado por el ardor de su piedad. Las doce tortas del Corazón de Tejina equivaldrían a las doce llamas que aparecen dentro del corazón y vendrían a representar las llamas sobre la cabeza de los Apóstoles en pentecostés.La paloma como símbolo del Espiritu Santo siempre aparece en la parte superior lo que equivaldría al ramo de flores en el Corazón de Tejina. Este valor simbólico  del número dos  también está representado en la  principal  obra de San Agustín “La Ciudad de Dios”. Este trabajo siempre fue un referente en los momentos de disputa entre iglesia  y estado, como el acontecido en España en el primer cuarto del siglo XIX y que parecen no perder actualidad.  San Agustín diferenciaba entre dos ciudades la terrenal y la espiritual y consideraba que la paz en la ciudad llegaría con la concordia, con la unión de corazones, entre los que gobiernan y los que obedecen. Esta simbología fue muy utilizada por los movimientos contrarrevolucionarios del oeste y sur de Francia que muchos historiadores lo consideran el primer genocidio sufrido en Europa. De esta tierra de chuanes partieron pocos años después, en 1823,  los cien mil hijos de San Luis para restaurar a Fernando VII en su trono después del trienio liberal, iniciando la década Ominosa.  
La unión de corazones en formato de árbol sagrado es, en definitiva, lo que creemos puede representar  nuestro símbolo y es todavía, a día de hoy, el verdadero sentir del pueblo tejinero.




BIBLIOGRAFIA


  1. Manuel Hernández González. El Corpus Cristi en Canarias.
  2. Juan Primo de la Guerra, Diario (1800-1810). Tenerife 1976. Ed. de Leopoldo de la Rosa Olivera. Tomo I:256
  3. Manuel Hernández González. Los vegetales en las fiestas canarias a lo largo de la historia. El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria II Epoca. nº20 Agosto 2005.
  4. Manuel Hernández González. De la Ilustración al absolutismo: la trayectoria intelectual de Santiago Bencomo.Homenaje de Alfonso Armas Ayala. tomo I.
  5. María José Ruiz y Guadalberto Hernández. Fiestas de San Bartolomé de Tejina.
  6. M.C. Sección Inquisición, sign. LXXIX-5
  7. Huberto Suárez -Hernández. Los Corazones de Tejina ¿Hacia los doscientos años del ritual?. Programa de las Fiestas de San Bartolomé de Tejina, 2016.
  8. Louis Charbonneau-Lassay. Estudios sobre la simbología cristiana. Iconografia y simbolismo del Corazón de Jesús.
  9. Maria Eugenia Arozena Concepción, Josep M. Panareda Clopés y Albano Figueredo. El papel de la Myrica faya como indicador de la dinámica del paisaje de la laurisilva en Canarias y Madeira. Avances en Biogeografia, 2016 págs. 601-610

jueves, 16 de marzo de 2017

El origen divino de las plantas, el árbol de la vida




Veinticinco años después de que Miguel Ángel pintara la bóveda de la Capilla Sixtina se le encargó otro trabajo que se le planteó como la mayor oportunidad que se le pudiese presentar en la vida, decorar el fondo de la capilla con una alegoría al Juicio Final. Nuevamente tuvo que dejar sus compromisos escultóricos y la genial obra que surgió fue el asombro de todos sus coetáneos. Miguel Ángel se apoyó en el significado mágico del círculo y utilizó como figura central la del  cristo enérgico que exigía la contrarreforma protestante. Con un golpe de mano hacía girar toda la escena y entre los santos que le rodean  destacó a sus pies la figura de San Bartolomé que mantiene en sus brazos su propia piel y en donde Miguel Ángel  no duda en autoretratarse. Se vivía un renacer de la cultura clásica que surgía a borgotones del subsuelo de la ciudad. En esa época la influencia de España se hacía notar en una Italia que se desangraba con guerras entre sus ciudades pero que a su vez fue fuente de ilustres personajes que llegaron a pasar por Canarias como fue el caso del ingeniero Leonardo Torriani. Esta influencia romana se hacía presente en los actos protocolarios del imperio español y consta, por ejemplo, como Felipe II en sus viajes por la península era recibido con arcos triunfales hechos a base de yedra, naranjos, verduras y diferentes flores y frutos [i]



Para lo romanos, así como para otras culturas, estos arcos enramados venían a representar al árbol sagrado, la figura mítica que unía lo terrenal con lo celestial, lo sagrado. Tanto el Haya (Fagus sylvaticus) como el Acebo (Ilex angustifolia) fueron árboles que se utilizaron con este propósito. El Acebo estuvo vinculado al Dios de la agricultura, Saturno, y se mostraba presente en sus fiestas del solsticio de invierno. A la luz de las velas se celebraba que las actividades agrícolas cesaban con la llegada del invierno y los días comenzaban a ser mayores. Esta fecha terminó cristianizándose con la celebración de la Navidad, son las hojas y los frutos rojos del Acebo las que solemos utilizar en los adornos navideños. El árbol de Jesé es otro ejemplo de sincretismo religioso que estuvo especial énfasis en la época de la conquista de Canarias. En él se representaba el árbol genealógico de Jesús con la intención, sobre todo, de reforzar la imagen de la Virgen de especial relevancia en esta época de reformas y contrarreformas. Este árbol de Jesé lo podemos contemplar tanto en Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela como en la Catedral de Burgos, capitales eclesiásticas y políticas para los castellanos del momento.




La presencia mayoritaria de los vegetales en el Ara Pacis nos viene a indicar que para los romanos era la mejor manera de representar el resurgir de la vida tras el invierno, la organización de la vida a partir de la materia inerte. La figura central que se eligió y de la que parten luego las diferentes revolutas de helechos como símbolo de un renacer y por tanto de inmortalidad es un Acanthus, una planta mediterránea que aparenta desaparecer con la sequía del verano rebrotando tras el invierno y confirmando con ello una muerte sólo en apariencia. En el ápice del acanthus surge una de las pocas figuras de animales un cisne cantor en una clara alusión a Apolo. Augusto tenía predilección por él, era entre otros el Dios de la luz, de la verdad, el dios del sol, el Dios “uno” y se le se solía representar con el sol radiante detrás de su cabeza.




A 300 metros del Coliseum se erige una de las iglesias más antiguas de Roma, la iglesia protocristiana de San Clemente. San Clemente fue el tercer papa de la iglesia y el que instauró la costumbre de cambiarse el nombre porque el suyo no podía ser más pagano, Mercurio. En su ábside podemos constatar cómo fueron cristianizados estas costumbres romanas y podemos observar como la Cruz de Cristo brota de un Acanthus sustituyendo al concepto del árbol de la vida y que a su vez hace de eje de multitud de revolutas. Las revolutas son en este caso de vid en una clara alusión a la sangre de Cristo. De la Cruz mana un río que se divide en cuatro cursos de agua, los ríos Fison, Tigris, Geon y Eufrates que van a regar el paraíso y al mundo entero. En el mosaico encontramos palomas que simbolizan el alma, animales que apagan su sed en los cuatro ríos. El cisne cantor romano es sustituido en su ápice por el ave Fénix que renace de sus cenizas, con la Mano de Dios sujetando la corona de Rey y el Chrismón o monograma de Cristo.




Esta devoción a la cruz o al santo madero fue difundida por  la orden mendicante  de San Francisco que inspirándose en San Agustín se oponía al aristotelismo dominico. Mientras San Buenaventura enseñaba que la fruta medicinal del árbol de la vida era Cristo mismo,  San Alberto Magno (dominico) decía de la eucaristía, el cuerpo y la sangre de cristo, es el fruto del árbol de la vida.
A San Buenaventura se le considera el refundador de la Orden de San Francisco y fue pieza clave en el concilio ecuméncio de Lyon cuando se trataba el tema de la unión de los griegos ortodoxos. Es el patrono de la isla de Fuerteventura y de Betancuria recordándonos la presencia temprana de esta orden en las islas anterior incluso a la conquista. Es clásica la imagen de San Francisco contemplando el crucifijo cual si de un espejo de mano se tratase. Fue la orden de San Francisco la que custodió durante siglos al Cristo de La Laguna dando nombre a la que hoy conocemos mejor como la plaza del Cristo.




San Buenaventura tiene entre sus obras el Lignum Vitae, el árbol de la vida o el árbol de cristo un directorio de la vida espiritual o mística que tuvo una gran influencia en el arte de la época. Con una evidente finalidad didáctica se imagina un árbol dividido en tres partes en cuya base se sitúa el origen, en el medio la pasión para terminar con la glorificación. De cada una de las partes salen cuatro ramas cada una de ellas con una estrofa, hasta componer un total de doce de los que parten sus respectivos frutos. Esta obra tuvo multitud de interpretaciones artísticas. Pacino di Bonaguida crea un imponente árbol de la vida o de la Verdadera Cruz en la que desarrolla sobretodo la parte media de la pasión. Cristo aparece en la Cruz coronado con un pelícano que viene a representar la redención de los hijos utilizando la sangre del padre. El pelícano había sido ya utilizado por San Agustín ya que era capaz de lesionarse a sí mismo para con su sangre alimentar a sus crías. La simbología del pelícano fue muy utilizada hasta nuestros días, la podemos contemplar por ejemplo en la Sagrada Familia muy acorde con la arquitectura orgánica de Gaudí.




Esta simbología de bosque sagrado y árbol de la vida ha sido ampliamente utilizado en la cultura cristiana llegando incluso a nuestros día La podemos contemplar tanto en una iglesia sueca del siglo XI como en los cuadros del pintor simbólico de finales de siglo XIX Gustav Klimt. Bonaguida va más allá y representa también una cueva en su base con una figura de un santo franciscano que enigmáticamente está tachado. Por similitud con el árbol de Jesé, esta santo está ocupando el puesto del Padre. En el Apocalípsis de Juan, Jesús afirma : Yo soy la raíz y el retoño de David, pero si esta representación la trasladamos a la iglesia protocristiana de San Clemente bien podría aludir a lo que los padres dominicos, que la custodian, han rescatado en sus excavaciones. La Iglesia de San Clemente tiene hasta dos niveles de antigüedad por debajo de la actual. la más profunda ha revelado una cultura que coexistió con los primeros cristianos, la cultura mitraica.




La religión mitraica fue en el imperio romano coetánea de la cristiana y con ella llegó incluso a competir. Proveniente de sus fronteras más orientales (indo-iraní) fue introducida por sus legionarios y decayendo a medida lo iba haciendo el imperio, al mismo tiempo que crecía la cristiana apoyada por Constantino. Las similitudes entre ambas religiones es más que evidente.




Mitra después de nacer el día más corto del año, el 25 de diciembre, fue adorado por pastores y bebió del manantial sagrado. Dominó al toro que arrastrándolo lo llevó a la cueva. Un cuervo enviado por el Sol le avisó que debía realizar el sacrificio, y el dios, sujetando al toro, le clavó el cuchillo en el flanco. De la columna vertebral del toro salió trigo, y vino de su sangre. Su semen, recogido y purificado por la luna, produjo animales útiles para el hombre. Llegaron entonces el perro, que se alimentó del grano, el escorpión, que aferró los testículos del toro con sus pinzas, y la serpiente. En el banquete ritual de los mitraicos, la carne no se comía, se bebía  agua o vino como símbolo de la sangre del toro acompañándose del pan. De esta forma nos llegó de oriente nuestra cultura mítica  del pan y del vino, siempre hemos buscado la espiritualidad en oriente, no en vano es por ahí por donde  sale el sol. La fiesta del Corpus vino a escenificar esta devoción que requería un entorno propicio. Se utilízó nuestro monteverde con esta finalidad y tenemos en Sabino Berthelot en el siglo XIX a su mejor narrador. En su excursión por Güimar en 1827  describía esta escenificación con todo lujo de detalles [ii], un ambiente que sin duda se repetía en toda la isla y que a día de hoy todavía podemos observar en algunas fiestas patronales como las de San Antonio de Padua en Garafía .


Los árboles, plantados simétricamente al paso de la procesión, formaban alamedas regulares y se extendían como un laberinto por las calles adyacentes. Güimar presentaba aquel día el aspecto de un pueblo alegre divirtiéndose en medio de jardines recién creados por un poder mágico




[i] María Victoria Hernández Pérez. La Isla de la Palma. Las fiestas y las tradiciones
[ii] Barker-Webb, P y Sabino Berthelot. La historia la natural de las Islas Canarias

martes, 31 de enero de 2017

El origen divino de las plantas, los helechos



Cuando Octavio Augusto impuso la Paz Romana decidió construir un altar en honor a la diosa romana Pax en la vía flaminia del Campo de Marte, el Ara Pacis. No suelen existir monumentos romanos que no tengan una fuerte carga propagandística y sin duda el Ara Pacis encierra un mensaje que luego heredó la iglesia cristiana.
El Ara Pacis ya se conocía desde antiguo pero fue en el siglo XX cuando pudo ser restaurado y descifrado su mensaje. Consiste en un receptáculo con dos puertas. Por la anterior entraban los sacerdotes y por la posterior los animales que iban a ser sacrificados. Sus paredes están decorados con bajorrelieves que recuerdan a las Panateneas del Partenón a base de personajes, animales y plantas. Representan el origen mítico de la ciudad de Roma como procesión de sus más ilustres personajes.




La decoración a base plantas es claramente mayoritaria y llega a cubrir prácticamente las dos terceras partes de la estructura[i]. Ya Séneca consideraba a la Naturaleza como a “Dios en sí mismo, la razón divina inmanente al mundo en su totalidad y a sus elementos”. De igual forma que hoy en día,  la homeopatía considera que lo similar puede curar a lo similar, los romanos entendían que la forma que adquirían las plantas condicionaban luego sus propiedades. En el Ara Pacis hay un unidad que se repite periódicamente, son dos subunidades enfrentadas del ápice del helecho Pteridium aquilinum que dan forma a un corazón. Desde la época egipcia de los faraones el corazón simbolizó el centro, el habitáculo del alma y el círculo y la espiral figuras mágicas relacionadas con la eternidad. El número Pi o la relación entre el diámetro y la circunferencia y su valor infinito no hace otra cosa que reforzar este concepto de eternidad, de divinidad suprema sin principio ni fin.





El Pteridium aquilnum o helecho común debe su nombre al parecido físico con el Águila, el ave celestial por excelencia, el que mira al sol, símbolo también de Zeus.
Los helechos son un grupo de plantas que junto con las algas, hongos y líquenes carecen de flor. Pese a ello no estuvieron precisamente ausentes en las alegorías romanas. Desde el punto de vista evolutivo son unas plantas antiguas que si bien nunca se consideraron mayoritarias, sí tuvieron la capacidad de adaptarse al medio llegando a nuestros días. Los primeros brotes verdes que aparecen tras un incendio son precisamente sus hojas con forma de pluma y sus ápices enroscados. La esterilización que se produce en el suelo tras un incendio deja a las esporas de los helechos libre de competidores como hongos e insectos y extendiéndose de forma radial son los primeros colonizadores del suelo. La mineralización que se produce en el suelo tras la quema de malas hierbas ha sido perfectamente conocida por los agricultores utilizándose como práctica habitual de fertilización. El parecido se extiende más allá de su forma con alas y patas de rapaz a la propia sección de sus rizomas. Este símbolo fue recogido por Cayo Mario en su reforma de la legión romana y le sirvió de estandarte durante siglos.






Tanto los rizomas del helecho común, como el del helecho macho (Dryopteris filix-mas) o filix fanaria para los romanos se utilizaron con vino y miel para la eliminación de gusanos y tenias. El helecho común también se utilizó como abortivo y para la esterilidad femenina. Las figuras reptantes que también son frecuentes en el Ara Pacis fueron utilizadas como una alegoría a la fertilidad. La connotación negativa que tenemos actualmente de la serpiente no la tenían los romanos. La serpiente de la figura de Asclepio y la de Higia que nos representa a los farmacéuticos además del concepto de veneno o sustancia farmacológicamente activa viene a significar la renovación con la capacidad que tiene la serpiente de cambiar la piel.




Las últimas investigaciones parecen confirmar que si bien los cereales en Canarias eran conocidos al llegar el europeo, en algunas islas como en la Palma, ni  los cereales ni las legumbres se utilizaban[ii]. Los benahoaritas empleaban los rizomas del helecho vulgar, bien sólo o mezclado con semillas de Amagante (Cistus symphytifolius) para convenientemente triturados en molinos de mano obtener su gofio o “ahorén” que  lo añadían al caldo o la leche. Esta costumbre se mantuvo hasta la primera mitad el siglo XX formando parte sustancial de la alimentación de las personas pobres. Ya lo citaba Viera y Clavijo en su Historia Natural sobre las propiedades del helecho hembra como denominaba al conocido hoy en día como vulgar
“…. la más notable utilidad que de la raíz del helecho sacan nuestras islas, particularmente las del Hierro y La Palma, es hacer de ella, reducida a harina, un pan a modo del cazabe (del arahuaco cazabí, pan de yuca), con el cual, aunque moreno e insípido, se alimentaban los pobres en los años estériles”
Se procedía de la siguiente forma. Una vez cavado se limpiaban y se secaban al sol; se cortaban en trozos muy pequeños y se trituraban en molinos de mano. Una vez obtenida la harina, se cernía y se amazaba con agua y sal, le daba forma y se tostaba. Al pan obtenido con el helecho puro se le llamaba “bollo de helecho estreme”. Si en el momento de la molienda se le añadía algo de cereal o legumbres para darle un mejor sabor y consistencia  se le llamó de “bollo de misture”.




El helecho se presta a simbolizar el concepto de supervivencia y fue muy utilizado por el pueblo romano tal y como lo podemos comprobar en la multitud de revolutas que aparecen en sus esculturas. Junto con la serpiente que se muerde la cola como símbolo del cierre de un círculo viene a representar la fertilidad y la eternidad. Este concepto convenientemente cristianizado llegó a nuestros días  como lo podemos comprobar en el báculo pastoral  que portan los obispos en señal de autoridad y su enorme parecido con el ápice del Pteridium aquilinum.





[i] Giulia Caneva. Il codice botánico de Augusto. Roma. Ara Pacis

[ii] Pilar Cabrera Pombol. El gofio en Garafía