lunes, 16 de septiembre de 2013

Boticarios de ayer y de hoy

Corren tiempos revueltos para todos y el sector de la farmacia no está precisamente exento. En estas situaciones miras hacia atrás  y tomas en consideración frases oídas de algunos de tus mayores, como que “en tierra de emigrantes siempre hubo tiempos difíciles”.
Fue en el verano del 82 cuando tuve la oportunidad de conocer a la persona que siete años después se convertiría en mi suegro, conocido en la zona como Don Antonio, un farmacéutico que detrás de su imagen de seriedad y rigidez, presentaba otra imagen familiar bien diferente, como su afición a disfrazarse en todas aquellas fiestas que podía, y que con su peculiar humor repetía: “es que ni sin máscara me reconocen”. Es esta especial ironía en el humor la que parece caracterizar a un sector sanitario que ya desde la época de Andrés Laguna, un médico humanista coetáneo de Cervantes,  lo plasmaba en sus obras.
Atrás han quedado aquellos años en los que me formó en el laboratorio, en aquellas nada agradables extracciones de sangre, o aquellas reuniones kafkianas en las que se intentaba informatizar la farmacia. De él aprendí muchos valores, pero me quedo con uno que tiene una especial vigencia, el del amor al trabajo y la vocación sincera de servicio que mantenía a raya cualquier atisbo de doble intencionalidad.
Cuando veo a mis hijos ya crecidos, con frecuencia me pregunto dónde están aquellos años que han pasado desde mis veraneos en el Altagay. Probablemente el hecho de haber estado ejerciendo hasta ahora una actividad docente con una juventud tan dinámica como las del sector de la imagen, la moda y la belleza me hayan hecho olvidar que  los años pasan inexorablemente. Este paso del tiempo está obligando al a las farmacias a evolucionar, y  aprovechando su cercanía al paciente, transformarnos en una empresa de servicios en donde la promoción y la educación sanitaria sean prioritarias. Las redes sociales me han ofrecido esa oportunidad de salir de detrás del mostrador y reencontrarme con una juventud ,y con otras personas que no lo somos tanto, para divulgar esos temas que siempre me han apasionado sobre ciencia y salud.
Quién le habría dicho a mi suegro que los tiempos cambiarían tanto las cosas y al mismo tiempo tan poco. La vinculación que siempre mostró entre la agricultura y la salud, derivada no sólo de su origen palmero, sino de la vocación que siempre profesó a la edafología, el estudio del suelo, sigue más vigente que nunca. Como se suele decir en los cursos de manipuladores de alimentos, ese proyecto de ley que se cuece sobre la alimentación, en el que se establece que la higiene debe llevarse desde la finca al consumidor, nos habla del carácter interdisciplinar que se debe dar a la alimentación, pero sobre todo transmite, un problema  real, y poco aceptado, el de la malnutrición que soportamos en Europa.
Si nos fijamos en la estatura de nuestros abuelos podemos sospechar el padecimiento de una desnutrición temprana. El problema de hoy en día es sólo algo diferente porque no se suele aceptar que los malos hábitos y la enfermedad estén ocasionando una malnutrición en  Europa que puede rondar al 60% de su población y de la que sólo el tiempo nos dirá sus consecuencias. La farmacia, hoy en día, se convierte en un espacio de salud ideal de concienciación y de educación en nutrición porque la nutrición y la terapéutica siempre han tenido que ir de la mano.

La galénica y la farmacología fueron siempre las asignaturas troncales en nuestra profesión, asignaturas que hoy en día cobran un renovado interés desde el mismo momento en que se habla de temas como la medicina basada en la evidencia o del autocuidado de la salud, porque es el consumidor el que está exigiendo una orientación sobre la tremenda avalancha de información sanitaria que le está llegando a través de internet. Internet está cambiando las relaciones sociales, pero son las relaciones sociales de siempre, sustentadas por la misma escala de valores. Nos toca a los profesionales saber separar el grano de la paja y orientar en la buena educación.