El fallecimiento del Inspector
Farmacéutico Municipal D. Manuel Santos Madan en 1938 dejó a la ciudad de La
Laguna sin abastecimiento de medicamentos a los menesterosos, la beneficencia
municipal, en unos momentos en la que aún estaba fresca en la memoria los
estragos de la gripe de 1918. Por tal motivo, el Ayuntamiento de La Laguna
acordó el 23 de abril de 1941 convocar concurso para tres plazas de Inspectores
Farmacéuticos Municipales, una más que las que tradicionalmente se venían
cubriendo desde las Juntas Municipales de Sanidad de 1884. Estas plazas
fueron cubiertas por D. José Rodríguez Hernández y D. Pedro Domínguez Quesada
quedando la tercera plaza desierta. Se decidió entonces solicitar autorización
para crear una plaza más que garantizase la permanencia de un farmacéutico en
Tejina ya que ésta distaba más de 9 kilómetros de La Laguna, a pesar de que la
población de la Laguna de 33.042 habitantes de hecho no permitía más de 7
farmacias. Esa tercera plaza queda contemplada como tal en los presupuesto
municipales con una dotación de 2.500 pts. cambiándose la forma de acceso de
concurso por el de oposición con la finalidad de facilitar su ocupación. Dicha
oposición la gana D.Humberto Lecuona Mac-Kay quien no llega nunca a residir en
Tejina tal y como le requiere la Dirección Provincial de Sanidad al
Ayuntamiento en 1945. Por tal motivo fue sustituido por D.Francisco
Martínez Gómez Inspector Farmacéutico Municipal, procedente de Cáceres.
D.Francisco, hijo de secretario municipal
en Majadas de Tiétar, Cáceres, haciendo dos cursos en uno terminó la
licenciatura con solo 18 años en Santiago de Compostela. Tal y como me narra su
hija Delia, casada con el tejinero Manuel González González, que con 81 años
reside actualmente en Navalmoral de la Mata, el mismo pueblo donde ejerció
profesionalmente su padre. Comenzó trabajando en la farmacia propiedad de
María Luisa González de la Calle, casada con José Giral, catedrático de
farmacia y político republicano, diputado por Cuenca, propuesto en 1936 por
Azaña para presidir gobierno. Compartió con éste su interés por la lucha
antipalúdica. Fue su familia políticamente definida como monárquica la que le
recomienda que deje esta regencia y le apoya en la compra de su primera
farmacia en Bohonal de Ibor, Cáceres. Sin embargo no fueron sus
relaciones políticas sino las rencillas personales con el anterior propietario
del botiquín existente en el pueblo, las que consiguen que el gobierno
municipal falangista, con denuncias interpuestas por medio, le hagan la vida
imposible. Una publicación en el Boletín Oficial del Estado ofertando una
plaza en Tejina, que distaba 9 kilómetros de una ciudad universitaria como es
La Laguna y la enfermedad de su mujer le decide a trasladarse con toda su
familia a la misma. La tragedia de la muerte prematura de su mujer, el
verdadero pilar familiar, le provocó una alteración anímica que le hizo
renunciar a su cargo en 1949 . Emigró a Venezuela donde estuvo vinculado con la
Universidad de Valencia y la creación de la facultad de medicina, instalando
posteriormente su farmacia en San Cristóbal de Táchira, muy cerca de la
frontera colombiana donde siguió haciendo estudios sobre la lucha antimalárica
que ya realizaba desde su época en Cáceres.
Buscaba D.Francisco alternativas de
síntesis a la quinina para el tratamiento de la malaria, una enfermedad
parasitaria de la sangre transmitida por mosquitos. La provoca el plasmodio que
suele parasitar el interior del glóbulo rojo. Fue un mal endémico en toda
Europa hasta mediados del siglo XX que consiguió erradicarse gracias al uso
masivo del DDT, el polvo mágico insecticida, hoy en día en desuso por la
capacidad que tiene de acumularse a lo largo de la cadena alimentaria. Las
fiebres tercianas que produce, llamadas así por durar tres días, fueron
combatidas por los indígenas americanos con la corteza del árbol de la quina,
al que se le llegó a llamar el árbol de la vida. Si algún tratamiento se
popularizó tras la conquista americana fue éste, que debe su nombre botánico de
Cinchona a un error de Linneo al transcribir el nombre de la condesa de
Chinchon. Doña Francisca Enríquez de Ribera mujer del entonces virrey del Perú,
D. Luis Gerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, fue quien realmente la dio a
conocer en toda Europa después de comprobar en su marido la eficacia del
tratamiento. Hubo reticencias iniciales motivadas por un protocolo de uso
cuanto menos curioso derivado de la exigencia de no lavarse pies y manos
durante toda la cuarentena a riesgo de que las fiebres se repitiesen de forma
más virulenta. Se decía, por ello, que era un tratamiento para ricos ya que
éstos, al no trabajar con las manos, no necesitaban lavárselas. Pese a todo
ello, y a su relativa toxicidad, el uso de la quina y su alcaloide la quinina
se extendió y sus presentaciones se multiplicaron. Se suministraba tanto en
formatos farmacéuticos como en bebidas como los vinos quinados o las
colas, formas que han llegado a nuestros días en bebidas tan populares como el
gin-tonic aportándole su característico amargor. Tal y como narra Manuel
Hernández de Gregorio Boticario Real en 1828 en el prólogo histórico del Arcano de la Quina de Celestino Mutis (1), sólo competían con él en popularidad el
antimonio y el mercurio. Se popularizó tanto el producto que hizo
peligrar su producción y se monopolizó su comercio, cobrando verdadero interés
obtener esas alternativas de síntesis química que entonces se
investigaban como la quinacrina y el pamacrine (2).
D. Francisco, tras proceder a la renuncia
de la plaza de Inspector Farmacéutico Municipal, tal y como se contempla en las
actas municipales, traspasó su farmacia a Dª Juana Quintero Barrera,
Farmacéutica que residiendo en La Laguna se trasladaba diariamente en guagua a
Tejina. Mientras tanto le ayudaba Dª María Ardila una chica huérfana de la
guerra a quien sustituyó D. Domingo Izquierdo y su hermano Eugenio hijos
de Magdalena Santos, la partera que ha dado nombre a la calle. Esta
partera prestó servicio a toda la comarca durante más de 50 años de forma
completamente desinteresada, con el apoyo incondicional del entonces médico
municipal de La Laguna, residente en Tegueste. D.Fernando Reig Chisvert y el
practicante municipal D.Manuel Izquierdo Montesinos quien ha dado nombre
recientemente al Centro de Salud de Tejina, el cual había sustituido a
D.Octavio Cabrera como primer profesor practicante de Tejina.
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