miércoles, 31 de enero de 2018

Hace dos siglos (I), Juan Tabares Roo





“Ningún gran hombre vive en vano. La historia de la Humanidad no es sino la biografia del los grandes hombres”.- Thomas Carlyle (1795-1881).

Cuando a mediados del siglo XX el ayuntamiento de la Laguna decidió poner nombre a las  principales vías de Tejina tuvo en cuenta apellidos como Castillo, González, Rodríguez o Hernández. Esto nos indica que nuestra memoria histórica no atravesaba entonces la barrera de ese siglo. Llegar a la barrera del siglo XIX habría significado recordar apellidos como Tabares, Suárez, Machado o Vera.
El apellido Tabares y su antecesor los Vargas fueron claves en el devenir histórico de Tejina. Juan Tabares Roo, un vecino de La Laguna con intereses en la comarca fue un personaje de finales del siglo XVIII que supo abrirse un espacio de prestigio social entre los hermanos Bencomo (Dean de la Catedral nivariense y confesor real) y el Marqués de Villanueva del Prado, Don Alonso de Nava y Grimón.
El primer Tabares que llegó a Canarias fue Alonso Hernández de Tabares que procedentes de Azores su linaje le emparentaba con Pedro Viejas de Tabares, Señor de la Guardia, servidor de Sancho I, uno de los nobles portugueses que se encontraron en la toma de Sevilla. Al llegar a Canarias casó con Beatriz González hija de Gonzalo González y Francisca Afonso de Figueroa, portugueses afincados en Tejina naturales de Braga y casados en Guimaraes, al norte de Portugal. Fue el tercer matrimonio de Beatriz con Gonzalo Afonso el que educa a los hijos  y continúa la línea. Su nieta Leonor Tabares casó con Gaspar Ocampo de la Gomera y la hija de ambos Quiteria emparentó con los Wesrterling de Flandes. Si a Asenjo Gómez, casado con Iomar González, hermana de Beatriz, se le ha considerado el fundador de Tejina, su temprana muerte hizo que fuera su hijo Bartolomé el que asumiera el papel de liderazgo social y algunos historiadores consideran que el nombre de la parroquia de Tejina se debe precisamente a él. Fue una pariente suya  Jacobina Westerling de Ocampo,  nieta de Leonor Tabares, la verdadera benefactora de la parroquia de San Bartolomé y de la Alhóndiga. Jacobina Westerling representa por tanto una descendencia tejinera de apellidos flamencos. Fue su hija Gracia Jerónima la que casó con Juan de Vargas patrono de la ermita de San Juan Bautista de Bajamar emparentando por primera vez las casas Tabares y Vargas. Jacobina Westerling casó con Bernardo Lercaro y Justiniano y algunos historiadores que consideran que hay dudas razonables sobre su verdadera cristiandad creyendo que existen pruebas suficientes que demuestran  su criptojudaismo.



El apellido Vargas se cree que procede de la baja Andalucía, sospechas que se tienen por las relaciones de sus parientes con Trujillo y Marbellla. Todos contribuyeron de forma activa en la conquista de Sevilla. Sancho de Vargas Machuca fue conquistador de Gran Canaria y Tenerife, se le reconoce formando parte activa de las huestes de Gonzalo del Castillo y aún tuvo tiempo de aventurarse en las cabalgadas contra el moro de la Berberia en las cercanías de Tagaos. De igual forma que la patente de corso establecía las relaciones en alta mar, las cabalgadas por el desierto en busca de esclavos era la actividad más lucrativa que perseguían estos primeros conquistadores. El adelantado Alonso Fernández de Lugo y su hijo Pedro no estuvieron exentos de esta actividad y el resultado fue un auténtico desastre. Alonso Fernández  de Lugo, recibió el título de Adelantado precisamente para compensar ese fracaso, un título más honorífico que económico.  La reina Isabel terminó por prohibir estas incursiones y los conquistadores tuvieron que buscarse otros ingresos y otros objetivos. De esta forma nos llegaron a Tejina apellidos como los Vera, Negrín, Morales, Denis o Perdomo  que siempre utilizaron los puertos como vía de comunicación. No nos extraña por ello  en Tejina encontrarnos apellidos familiares haciendo las américas como fueron Joaquín de Vergara en Nueva Andalucía, Juan Vargas en Cumaná, Diego Sopranis en la Guayana o Guillermo Roo en Maracaibo (1)[1]. De igual forma no nos debe  extrañar que devociones a la Virgen de las Nieves  nos lo encontremos tanto en Agaete como en Taganana. Sancho de Vargas no hizo las américas pero sí le podemos localizar ver en las cercanías de Agaete como fundador de Santa María de Guía, con propiedades en Lanzarote de donde era originario  su suegro, Juan Dávila, pero sobre todo en Tenerife, se le reconoce una propiedad de 200 fanegadas en Tegueste, de la que nos queda el topónimo de la Mesa de Vargas. Con ocho hijos, Sancho de Vargas enviudó y se casó en segundas nupcias con Marina de la Algaba con la que tiene otras dos hijas, Isabel y Catalina. Procedía este apellido de Huelva y había emparentado directamente con el Adelantado a través de su mujer. Marina  era hermana de Jerónimo Valdés y de Andrés Xuárez Gallinato, todos  sobrinos políticos del adelantado.



Juan Tabares Roo [2], venía por tanto de buena familia, heredero del mayorazgo fundado por José Tabares de Cala fue el último Regidor perpetuo. En 1817 sólo quedaban vivos tres regidores más, Don Cayetano Peraza de Ayala, El Conde del Valle Salazar y  Don Lope de la Guerra, los tres con propiedades en la comarca. Como regidor más antiguo le correspondió el honor de hacer la proclama de la reina  Isabel II en 1833, acto que no volvió a repetirse procediéndose a su jubilación el octubre de ese mismo año.Tabares Roo es probablemente una de las personalidades que mejor representan en Canarias el verdadero cambio político, el cambio de régimen que aconteció hace dos siglos cuando en 1812 el régimen absolutista daba paso al régimen constitucional de las Cortes de Cádiz. Intervino en la defensa de la Plaza de Santa Cruz ante el ataque de Nelson, fue nombrado Secretario General de la Junta Suprema cuando la invasión napoleónica, lidiando con la actitud timorata de Cagigal. Como tal, le correspondió ceñirse el fajín rojo y ir a poner orden en la isla de Fuerteventura por la desconfianza que provocaba las autoridades militares de las Palmas. Los 5 meses que permaneció en la Isla le granjearon un aire ilustrado por las mejoras agrícolas que propuso en una isla tan necesitada. Perteneció a ambas sociedades económicas de La Laguna y Las Palmas en donde fue clave su papel para modernizar los terrenos de propios del Cabildo, Participó de forma activa en diferentes comisiones de trabajo buscando nuevas áreas de desarrollo como fue el del cultivo del tártago en el que el pueblo de Tejina expuso en la económica de La Laguna la posibilidades del mismo el uno de febrero de 1817. Desde antiguo se conocían las propiedades farmacológicas del aceite de ricino, hoy sabemos que su efecto purgante es debido al ácido ricinoleico con un componente tóxico, la ricina que lo ha ido dejando en desuso.



Su padre, Juan Tabares Vargas, fue el que dió continuidad al apellido Vargas a través   de Tabares. Ocho generaciones que una tras otra se iban ennobleciendo emparentando con apellidos como el Cala, Núñez, Yáñez, Ocampo, Grimaldi, Prieto, Carminatis o Llarena y que su vinculación con Tejina se mantuvo durante siglos como podemos comprobar en los libros diocesanos con el bautizo de su tía Juana Tabares Vargas (5 de agosto de 1723) en Tejina o con el matrimonio de su hermana María Antonia con Pedro-Pablo de Soria Pimentel. Un antecesor suyo, Pedro de Soria Pimentel, había sido alcalde de Tejina en 1639, casi un siglo de presencia en Tejina.
Juan Tabares Roo intervino en los principales acontecimientos políticos de Canarias en esta época convulsa como pocas y que para Tejina supuso su pérdida de identidad como ayuntamiento de igual forma que La Laguna perdía la capitalidad a favor de Santa Cruz. Fue una época en la que la invención del barco de vapor dejó en plano secundario el valor de la dirección de los vientos y la importancia del embarcadero de Bajamar decayó en la misma medida que adquiría mayor protagonismo el puerto de Santa Cruz. El empuje político de esta ciudad que emergía alrededor del Castillo de San Cristóbal iba a oscurecer la bien trazada ciudad de los adelantados de la que era su patrono convirtiéndola en una ciudad de  monjes y educadores. Por ello, para La Laguna se convertia en un objetivo prioritario conseguir el obispado y recuperar la universidad.




[1] Ilustres isleños en el imperio Español de Ultramar (1963). Anmalola Borges
[2] Historia Genealógica de la Casa de Tabares. D. Miguel Lasso de la Vega y López de Tejada (O.234)