miércoles, 28 de agosto de 2019

Tejina, cruce de caminos





Un año más celebramos la fiesta de nuestro santo patrón, San Bartolomé, una devoción temprana heredada del medieveo. Tejina, tiene por ello más de 500 años de una historia que requiere ser rescatada, interpretada y sobre todo divulgada.

Sin duda nuestra realidad física siempre nos condicionó. La rotación de la tierra se imponía y escogimos el camino lateral, el que nos llevaba de oriente a occidente, utilizando a nuestra estrella sol como principal señuelo. Es el camino natural, el que buscaba los nuevos pastos, el sustento. De esta forma se creó el Camino de Santiago sobre las piedras de otro más antiguo que veneraba las estrellas del Finisterre, origen de lo que hoy conocemos como Europa. Sobre ese camino se plantaron árboles para dar sombra al caminante y sobre sus raíces surgieron nuevas obras de madera y piedra que jalonaron y dieron vida al camino.

Nuestra realidad insular es algo diferente y el camino natural nos lo impusieron los vientos alisios, aquellos que permitían el tornaviaje y nos unía a nuestras islas hermanas, Cuba y Puerto Rico. Tenerife y Cuba formaron parte de dos extremos de una misma ruta que acercaba tres continentes. Sus puntos de aguada dieron lugar al Camino de San Bartolomé en la época dorada de iberia, aquella en la que yendo Portugal y España de la mano, al Atlántico recibía el sobrenombre del “Mare Clausum”, el mar cerrado, en el imperio  donde nunca se ponía el sol.

Si los caminos de este a oeste constituyeron el camino natural los que unen el norte con el sur se me antojan los aventureros, los que tomaron Cook en su búsqueda del polo norte o Livinstong para adentrarse en el  África profunda. Unos y otros, ésos caminos terminan confluyendo y en sus cruces, allí donde el árbol lograba enraizar, surgiría la civilización que siempre necesitó grandes dosis de pragmatismo que le evitasen tomar los senderos que conducían al abismo. Tejina, a igual que Canarias, cruce de tres continentes  debió de estar destinada a grandes logros como lo fueron Singapur o Estambul y pese a ello, caímos sumidos en un estancamiento sin parangón. Fueron nuestras diferencias muchas de ellas inducidas desde la metrópoli las que nos desgastaron hasta el astío. Conocer la historia nos permite alejarnos para tener una panorámica más global y poder entender nuestra existencia. Desconocerla, por el contrario, nos convierte en carne de cañón de manipuladores y falsos profetas.







La leyenda aurea nos describe como San Bartolomé y San Agustín iban de la mano. Fue San Ambrosio el que convenció a San Agustín para que abandonase sus tendencias maniqueas y el que le comentaba que sólo San Bartolomé equiparaba en importancia a San Pablo.

A ambos santos nos lo encontramos en Londres en la rivera del río Thámesis y de la mano de los agustinos de la iglesia de Gracia en Lisboa  llegaron a la Iglesia San Agustín en Laguna. Las tierras de los Llarena y de los Grimón, en la confluencia  de los barrancos del  Infierno con Las Cuevas sirvieron a los Dominicos para erigir una ermita con un santo de su devoción, San Gonzalo. Hacia la costa tenían en cambio los agustinos su particular huerta en Tejina bien irrigada con las Aguas de Dios y cerca del Puerto de San Bartolomé.

Este trayecto de Lisboa a La Laguna lo siguió también Leonardo Torriani, el principal ingeniero de Felipe II. En plena preparación de la guerra contra el Inglés fue enviado para reforzar nuestras defensas sin recibir la colaboración requerida por parte del Concejo lagunero. Así, algo desorientado instaba al Cabildo que hubicara la situación del puerto de San Bartolomé al comentar que le había llegado rumores de que “entre la punta del Ydalgo y la de Naga ay un puerto o plaia de la Madera a donde con mucha facilidad y bonanza puede desembarcar mucha jente de golpe y venir marchando a esta Ciudad …” Quien sabe si fruto de esa desorientación confundió el nombre de la ciudad a la que denominó San Bartolomé.

La tradición ermitaña de los agustinos les había hecho aventurarse por tierras africanas con anterioridad a su asentamiento en Canarias. Allí se mantienen, a día de hoy, los restos venerados de Bartolomé el santón agustino ya descritos por diferentes historiadores, en la ribera del río Assaca que como bien decía Viera sólo distaba 19 leguas de Fuerteventura.





Las arenas del desierto se prestan a estas historias en la que se entremezcla la realidad con la ficción pero hacer desaparecer bajo las mismas una población de 30.000 habitantes como era la de Tagaost se me hacía muy dificil de entender. Fueron los funcionarios consulares españoles que aún mantenemos en el Aiún los que me facilitaron la labor de búsqueda. Lo que no esperaba encontrarme era parte de nuestra historia, la del Sahara Español, congelada en el tiempo donde el color de banderas andalucíes sustituían el blanco original y donde un francés muy  internacional, Antoine de Saint-Exupéry adquiría el mayor protagonismo. El piloto del “Principito”, ese que se instaló en Punta de Juby porque durante un tiempo trasportaba el correo siguiendo la ruta Tolouse-Tetuán-Sahara-Senegal, comenzó su carrera literaria en esos parajes y es el mejor ejemplo de que esos cruces de camino, esas rutas de norte a sur, se han perpetuado a lo largo de los siglos. Tejina no haría mal recordando una de sus frases más reconocidas


"No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos"


viernes, 23 de agosto de 2019

LOS CORAZONES DE TEJINA, 200 años de una devoción ancestral







            Hace 60 años, Don Adolfo González Rivero fue entrevistado por el periodista Vicente Borges en su vivienda de Tejina. Fruto de esa entrevista se publicó un artículo en el periódico La Tarde del 13 de agosto de 1959, bajo el título “Tejina, religioso y agricultor” en él  se describía a los dos principales iconos del pueblo,  la Virgen de Dolores que entonces se atribuía a Luján y los Dos Corazones como la principal manifestación popular de ofrenda a San Bartolomé por los bienes recibidos. Tres años después don Adolfo o “Adolfo el Tejinero” ,como se le conocía en resto de la isla, fallecía a los 79 años de edad recibiendo las exequias en su misma vivienda tejinera tal y como siempre manifestó que era su deseo. Esa casa solariega  situada enfrente de la iglesia, que antaño perteneció al párroco Santiago Raymond Quintero y Estévez, siempre sirvió como lugar de reuniones decisorias de los intereses del pueblo como las que se mantuvo con el alcalde de Santa Cruz García Sanabria, cuando se decidía la segregación de Tejina del ayuntamiento lagunero.            Leer con detenimiento el artículo nos revela su deseo de que determinados aspectos que conocía por tradición familiar fuesen recogidos para la posterioridad. Él manifestaba claramente que los corazones de Tejina cumplían ese año 140 años de historia, lo que situaba sus orígenes en el año 1819, el mismo año de la creación de la Diócesis Nivariense. Don Adolfo era concuño de Leoncio Rodríguez y por tanto  un buen conocedor de la prensa mediática, de esta manera  Vicente Borges relataba que aquella era una charla con un viejo caballero  que de igual manera que era capaz de enseñarle a un mozo como se “agarra” en un terrero de lucha también le podía enseñar cómo escribir una crónica con sal y pimienta. Esa vinculación con la prensa se remontaba, a igual que los Corazones, a la época de  su abuelo Tomás González Rodríguez, alcalde pedáneo, primo y vecino del senador don Gregorio Suárez Morales, compañero de  revoluciones isabelinas de Pedro Mariano Ramírez, cuando los pasquines daban  paso a los diarios en la primera prensa de hierro que  llegaba a la isla, la, imprenta La Isleña de la calle del Castillo en Santa Cruz.            Adolfo González Rivero había sido concejal del ayuntamiento lagunero en los últimos años de la restauración borbónica, una tradición política la de los González, que había iniciado Gregorio Suárez en 1841 cuando fue nombrado alcalde de La Laguna. Don Adolfo fue el tejinero que en 1926, en plena resolución de la crisis canaria por la división provincial, propició el primer intento de segregación de Tejina del ayuntamiento de La Laguna.







            Situar el origen de los Corazones de Tejina a comienzos del siglo XIX[i] , convierten a la fiesta en una de las expresiones populares más antiguas de Canarias que se han mantenido con carácter de continuidad. Es una fiesta que el Catedrático de Historia de América Manuel Hernández[ii]  considera que deriva de las octavas de las fiestas del Corpus que acompañaban a todas las fiestas patronales como las que se daba también en La Laguna en la Iglesia de San Agustín por el mes de septiembre. Una celebración de octava de  Corpus nuevamente confirmada por Juan Luis Herrera y Miguel López (artículo en prensa )[iii] que ya se llevaba a cabo desde al menos dos siglos antes [iv]. La complejidad que han adquirido los corazones de Tejina en comparación con otros de características similares como los de Güímar o los del Sauzal[v]   sólo lo explica un proceso de mejora continua buscando la perfección de las formas y reafirmando su esencia a lo largo del tiempo.
            La iglesia de la ilustración, al querer dar más rigor a los actos litúrgicos, sacó del interior de las iglesias estos actos de ofrendas frutales que se venían haciendo desde antaño en Tejina. En nuestro caso adquirió el formato de tablero y probablemente la tradición mariana propia de los frailes agustinos le dieron la forma de corazón.
Es en este contexto temporal del siglo XIX y espiritual, tanto mariano como sacramental es en el que creemos deben interpretarse los corazones de Tejina.
La fiesta del Corpus, la fiesta del pan y del vino como cuerpo y sangre de Cristo es un aspecto más del sincretismo de religiones, de fusión de culturas que tienen origen en otra fiesta pagana de exaltación a la vida.
La exaltación romana de la vegetación la podemos contemplar en el Ara Pacis, el altar que Octavio Augusto construyó tras conseguir la Paz Romana. su decoración mayoritaria a base de plantas que llega a cubrir las dos terceras partes de su estructura [vi]. Para los romanos los vegetales era mejor manera de representar el resurgir de la vida tras la incertidumbre del invierno, la organización de la vida a través de la materia inerte. La resistencia de las esporas del helecho macho (Pteridium aquilinum) ante los incendios las convierten en el primer ser vivo que surge tras la cenizas. Del Acanthus central, otra planta que en verano se seca y parece resurgir tras el invierno, parten las diferentes revolutas de apéndices de helecho. Del Acanthus central parte también una de las pocas figuras animales, un cisne cantor en una clara alusión a Apolo, el Dios de la verdad, el dios sol, el dios uno, al que se le solía representar un sol radiante detrás de su cabeza.






La Iglesia protocristiana de San Clemente en Roma guarda en su interior la evolución que tuvo esta iconografía en los primeros años de cristianismo. Las revolutas de helecho son sustituidas por las de vid, en clara alusión a la sangre de Cristo mientras que del Acanthus surge la Cruz de Cristo. En los sótanos de la iglesia existe la mejor representación de la religión mitraica de orígen oriental en la que la carne nunca se comía , en su lugar se empleaba el pan y el vino.
Esta fiesta requería un contexto apropiado y fue cuando aparecieron las influencias romanas con la creación de bosques artificiales y la presencia de arcos y estructuras arbóreas. El propio Sabino Berthelot [vii] nos describe este concepto en Canarias a su paso por Güímar:

Los árboles, plantados simétricamente al paso de la procesión, formaban alamedas regulares y se extendían como un laberinto por las calles adyacentes. Güímar presentaba aquel día el aspecto de un pueblo alegre divirtiéndose en medio de jardines recién creados por un poder mágico

Para los romanos el bosque tenía un valor sagrado y el árbol venía a significar la unión entre lo terrenal y lo celestial. Acebos y hayas eran los más utilizados. El haya o faya en su traducción portuguesa, es el máximo exponente de nuestro monteverde, el fayal-brezal. Su presencia siempre estuvo acorde con los usos tradicionales de la economía campesina debido a su gran capacidad para crear masa arbórea en poco tiempo utilizándose como leña, como ramaje para alimento  y cama de ganado [viii]. La Mírica faya junto con el Brezo (Erica arborea) dan nombre a nuestro particular bosque sagrado como en Europa lo hace el Haya (Fagus sylvaticus) con su porte blanquecino.






El concilio de Trento vino a reforzar las devociones sacramentales y marianas como réplica a las tesis protestantes. En la edad contemporánea,  jansenitas y eudistas se enzarzaron en una disputa teológica que tuvo en San Agustín, un personaje de la edad antigua, y su corazón a su principal protagonista. La celebración del sagrado corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María se lleva a cabo el viernes y sábado siguiente al Corpus y la copatrona de Tejina, la Virgen de la Encarnación representa la unión física de ambos, la que da origen al gran dogma cuando el verbo se hace carne

En Tejina dos frailes secularizados tras las desamortizaciones uno franciscano,  Pedro Linares del Castillo y otro agustino José Nicolás del León y el párroco más duradero (1859-1897) Eduardo Fausto de Mesa principal impulsor al culto del Purísimo Corazón de María, devoción del Monasterio franciscano  de las Monjas Claras los que pudieron condicionar la forma final de los corazones de Tejina. La devoción a la Virgen de Dolores se tenía en Tejina desde el siglo XVIII con la Cofradía de la Virgen de Dolores. El auge concepcionista que supuso la bula papal Inefalibilis Deus, dictada por Pio IX un 8 de diciembre de 1854 le dió un espaldarazo a la devoción mariana que se había reiniciado en Tejina con la creación de la Cofradía del Corazón de María en 1852.









Charbonneau[ix]   en su estudio sobre la simbología cristiana nos explica el significado del doble corazón al describir el corazón de Poitou, cuna del cristianismo francés y enclave estratégico de la ruta jacobea que une el norte de Europa con Santiago de Compostela en su ruta más occidental. Utilizando un molde de cerero que pertenecía al notario Houdalille describía cómo los dos brazos de corazón habían sido suprimidos para dar paso a dos monogramas de forma antigua IHS, Ihesus y MRA, María. Para ampliación cada uno de estos dos corazones está también representado: por el sol el de Jesús y por la luna , el de la Virgen. Bajo los Corazones Sagrados figura un corazón de fiel inflamado por el ardor de su piedad.
Sobre un fondo de haya como árbol sagrado que adquiere forma acorazonada se dispone el pan en forma de torta y la  vid en forma de fruta. En toda fiesta de Corpus un corazón representa la esencia del cuerpo mismo de Cristo. Con esta interpretación las doce tortas del Corazón de Tejina corresponderían con las doce llamas que aparecen dentro del corazón de Poitou y vendrían a representar las llamas sobre la cabeza de los Apóstoles en pentecostés. La paloma como símbolo del Espíritu Santo siempre aparece en la parte superior lo que equivaldría al ramo de flores mientras que las siete flechas abanderadas vendrían a representar los siete dolores de la Virgen María.



[i] Huberto Suárez -Hernández. Los Corazones de Tejina ¿Hacia los doscientos años del ritual?. Programa de las Fiestas de San Bartolomé de Tejina, 2016.

[ii]Manuel Hernández González. Los vegetales en las fiestas canarias a lo largo de la historia. El Pajar. Cuaderno de Etnografía Canaria II Epoca. nº20 Agosto 2005.

[iii] Oficio de Juan Suárez Morales contenido en el archivo de Osuna, caja 101, oficios de milicias.
[iv] Libros de cofradías del Santísimo Sacramento de la Parroquia de San Bartolomé de Tejina C-3.809, C-3.810, C-3.811, C-3.812 y C-3.813 del Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife.

[v] María José Ruiz y Guadalberto Hernández. Fiestas de San Bartolomé de Tejina.

[vi] Il codice botánico de Augusto. Roma. Ara Pacis.

[vii] Barker-Webb, P y Sabino Berthelot. La historia la natural de las Islas Canarias.

[viii] Maria Eugenia Arozena Concepción, Josep M. Panareda Clopés y Albano Figueredo. El papel de la Myrica faya como indicador de la dinámica del paisaje de la laurisilva en Canarias y Madeira. Avances en Biogeoografia, 2016 págs. 601-610.

[ix] Louis Charbonneau-Lassay. Estudios sobre la simbología cristiana. Iconografia y simbolismo del Corazón de Jesús.








domingo, 28 de octubre de 2018

En busca del principio activo, el destilador real





La combinación de la medicina con la filosofía no es cosa de la antigüedad, está plenamente vigente con las llamadas medicinas alternativas o complementarias como la medicina espagírica, basadas precisamente en las teorías de Paracelso.
Si los seguidores de Galeno combinaban en la triaca, más de 50 sustancias y necesitaban hasta 12 años de maduración, los de Paracelso se afanaban en cambio en buscar la esencia de la sustancia medicamentosa. Esta forma de pensar no la obtuvo  Paracelso por generación espontánea sino que otros le precedieron. De hecho los medicamentos compuestos de la farmacia galénica se solían obtener de plantas o medicamentos simples que demostraban actividad farmacológica. Estos principios activos se solían extraer utilizando agua ya fuese por inmersión (maceración), hirviendolas (cocción) o añadiendoles agua hirviendo (infusión).








Aunque la destilación o “arte separatoria” llegó a ser importante, su eficacia no se consumó hasta el siglo XIV coincidiendo con el desarrollo de la industria del vidrio y la profusión del uso de alcohol. Se le atribuye al catalán Johannes  de Rupescissa (1300-1365) el iniciador de tales técnicas con su libro “Consideraciones sobre la Quintaescencia” pero el gran desarrollo surgió con el alquimista alemán H. Brunshwig (1450-1512) y su obra el “Liber de arte destillandi de simplicibus” en donde describe sistemáticamente los aceite esenciales, su destilación y extracción de las plantas que lo producen, y de indicaciones sobre sus aplicaciones farmacológicas. Esta fue la situación que se encontró Paraceslo (1493-1541) y sus seguidores iniciadores de la iatroquímica o química médica que representó la transición entre la alquimia y la química. Libavius (1550-1616) alumno de Paracelso escribe Alchemia (1593) al que se considera el primer texto de química. Libavius define al alquimia como “El arte de perfeccionar los precipitados y extraer esencias puras de los cuerpos mezclados por medio de la separación de la materia”.







La destilación pretende la separación de unos líquidos de otros en base a sus diferente puntos de ebullición y se le atribuye a un alquimista florentino del siglo XII Tadeo Andreotti (1210-1295). La destilación es a día de hoy una técnica tremendamente importante tanto a escala de laboratorio como industrial. El siglo de oro español, con Felipe II como rey, contribuyó en gran medida a su desarrollo disponiendo el monasterio de San Lorenzo del Escorial del laboratorio de destilación más importante de la Europa renacentista.







La leyenda negra sobre el catolicismo exacerbado de Felipe II ha dejado de lado su especial relación con la alquimia, la destilación y el paracelsismo. Esta demostrado que entre 1557 y 1559, durante su estancia en los Países Bajos la secta de los Charitatis trabajaron a su servicio en los ensayos alquímicos, construyéndose los “hornillos” necesarios. La práctica regular de las destilaciones se efectuó tempranamente en los jardines de Aranjuez y José de Sigüenza narra en la Historia de la Orden de San Jerónimo (1605) como el laboratorio de destilación fue construido por iniciativa personal de Felipe II, hablando con admiración de sus 11 habitaciones, “con que se hacen  mil pruebas de la naturaleza y que con la fuerza del arte del fuego y otros medios e instrumentos descubren sus entrañas y secretos” utilizando toda la experiencia medieval de los monjes sobre plantas medicinales y de otra índole. Está descrito por ejemplo cómo se utilizaban el betún para calafatear los canalillos de la construcción del Monasterio del Escorial. El médico Juan Alonso de Almela describió los tres principales aparatos. El primero que disponía de 26 vasos de vidrio estaba diseñado para obtener la quintaescencia. El segundo o torre filosofal era el principal instrumento para destilar aguas de toda clases. En 24 horas se extraía más de 200 libras de aguas destiladas de las hierbas que se colocaban en ellas. El tercer aparato era el más importante, ideado por Diego de Santiago (1537-1590) que fue la personalidad científica más destacada que publicó hacia 1588 su “Arte separatoria y modo de apartar todos los licores, que se sacan por vía de destilación para que las medicinas obren con mayor virtud y presteza” en el que describía, entre otros, un destilatorio de vapor de su invención que conseguía destilar hasta 90 libras por hora. El aparato consistía en una caja compartimentada en la que se colocaban los vasos de vidrio y por la que circulaba el vapor de agua. Ya recomendaba entonces que los vasos debían ser de vidrio y boca ancha y de fondo no redondo para evitar los precipitados. Se tendría que esperar a 1861 a que Richard Emil Erlemeyer (1825-1909) inventase uno de los instrumentos más utilizados en el laboratorio el matraz Erlenmeyer.





domingo, 21 de octubre de 2018

Venenos, antídotos y panaceas




Fieles al principio de Paracelso que dice que es la dosis lo que hace al tóxico los boticarios eran sabedores que todo veneno es simplemente una sustancia farmacológicamente activa y se esforzaron en encontrar derivados que redujese su carga de toxicidad. En el caso del antimonio lo encontraron con los derivados orgánicos como ocurrió con el tártaro al que llamaron tártaro emético y de veneno pasó a convertirse en antídoto. Con posterioridad se comprobó que era peor el remedio que la enfermedad y nuevamente entró en desuso. El producto que se lleva la  palma en este sentido de doble uso es sin duda la triaca de Mitrídates que de veneno pasó a convertirse en antídoto e inclusive en panacea universal.






El auge que supuso el reino de Ponto (Mar Negro de Turquía) de Mitrídates VI (132-63 ac) le hizo enfrentarse a la República de Roma lo que provocó su destrucción. El temor que siempre tuvo al envenenamiento le hizo probar todo tipo de antídotos a lo largo de su vida. Cuenta la leyenda que tras su derrota con Pompeyo el Grande tuvo que suicidarse a espada ya que ningún veneno le hacía efecto. Esta información fue recogida por los romanos convirtiéndose en el elixir de Nerón, un brebaje que contenía multitud de productos pero que sus virtudes no las tenían en su contenido sino en la forma de prepararla. Andrómaco, médico de Nerón, modificó su composición y sustituyó el lagarto por la víbora, añadiéndole opio y otros minerales, surgiendo la Theriaca Andrimachi o triaca un brebaje mejorado de la del Rey de Ponto. Necesitaba 40 días para madurar y tenía más de 40 ingredientes como  el zumo de acacia, cardamomo, hojas secas de rosa, gotas de amapola, resina de trementina, bálsamo de la Meca, cobre, betún, etc. Galeno nuevamente lo mejoró, ahora necesitaba 12 años de maduración y más de 50 sustancias.






La triaca entró en Europa a través de dos vías la Bizantina y a través de la influencia árabe de España.
La triaca gozó de siglos de prestigio y de antídoto pasó a convertirse en la panacea universal puesto que la lista de dolencias que curaba era tan larga como la de ingredientes. Se podía consumir tanto por vía oral con agua o vino, como por vía dérmica en forma de emplastos, inclusive en el ojo. Durante el Renacimiento la triaca se hizo tremendamente popular adquiriendo gran prestigio la elaborada en Venecia que llegó a ser exportada. Su uso se prolongó hasta bien entrado el siglo XVIII.
Cuando la triaca no era efectiva se responsabilizaba directamente al fabricante y los boticarios eran reprendidos, por lo que llegó a exigirse una fabricación en público lo que con el tiempo se convirtió en unas buenas prácticas de elaboración y a la edición de las Farmacopeas que han llegado a nuestros días. Desde el siglo XVI la regulación vía inspección de la fabricación estaba en vigor a través de los colegios, una organización gremial de las profesiones sanitarias.






Los boticarios de Florencia publicaron en 1498 la que se considera primera farmacopea europea en el sentido moderno (unidad política específica), le siguieron otras como la de Barcelona (1535) o la de Nuremberg (1546).
La actual farmacopea española es derivada de la Matritense (Madrid) que fue elaborada en tiempos de Felipe V (1734) por la Real Academia Médica Matritensis una entidad que se había formado a partir de las primeras tertulias de la botica de José Hortega en la calle Montera de Madrid. El Real Tribunal Protomedicator encomendó al Real Colegio farmacéutico de Madrid a imprimir la obra.  Hay constancia de que ya en 1735 se preparaba la Triaca por parte del Colegio de Boticarios de Madrid y en el estatuto I del Colegio se establecía:


“El fin primario, é Idea géneral del Colegio de Boticarios de Madrid, será el cultivo, y adelantamiento de la Pharmacia, Chimia, Botanica, é Historia natural; para lo cual se formará un Jardín Botánico, y un Elaboratorio Chimico, donde públicamente se hagan todos los años por sus Colegiales, un curso de Operaciones Chimicas, y otro de Lecciones y Demostraciones de Plantas y Drogas Exoticas ….”