domingo, 31 de mayo de 2015

La importancia del agua en el origen de Tejina

El agua es una sustancia imprescindible para la vida, hasta el punto de que cuando se
quiere demostrar su existencia se recurre a la búsqueda de esta molécula de características únicas. Los asentamientos humanos se hicieron por el mismo motivo siguiendo sus cauces  y el pueblo de Tejina no fue una excepción. Uno de los primeros heredamientos de agua de que se tiene constancia en Tenerife se le concedió al portugués judeoconverso Asenjo Gómez el 10 de noviembre 1503. La descripción que se hace de esta data de repartimiento “dos manaderos de agua, que son en Tegueste, encima de una casa vuestra, al pie de la Fortaleza de Tegina “ (1), la sitúan todos los historiadores en  la Fuente y el Chorrillo del barranco de Tejina. Lo que llamamos El Riego es sin duda el origen del asentamiento humano que ha constituido este pueblo, de igual forma que lo fue para el pueblo guanche, tal y como lo demuestra  los restos arqueológicos del Barranco Aguas de Dios, cuyo nombre según Juan Bethancourt Alfonso mantiene incluso su toponimia originaria de Diios, por lo que debería pronunciarse como Diyos. En 1847 Antonio Pereira y Pacheco en su Municipalidad de Texina (2) añade que hay dos recipientes uno para el consumo humano y otro para el ganado y regadío así como otra fuente más abajo en el llamado barranco de Milán, desembocando al final en el mar.
Terminada la conquista de Tenerife, la primera visitación que hizo el Concejo a la comarca, se llevó a cabo en 1542 en la entonces ermita de San Bartolomé. Establecían las viejas ordenanzas (3) que cuando un pueblo distaba más de dos leguas (aproximadamente 10 kilometros o dos horas de camino a buen ritmo) irían 2 regidores con la justicia al menos una vez al año cobrando tanto el regidor como el escribano 200 maravedíes. A esta primera visitación asistieron los 10 notables de la comarca actuando de secretario Bartolomé Gómez de Tejina y de presidente su suegro Diego Alvarez de Tegueste. Bartolomé Gómez, hijo de Asenjo Gómez y nieto materno de Gonzalo Gonzales era una de las personas más influyentes de  la comarca, alguacil en 1538 cuando se nombra alcalde a su suegro. Al menos otros dos tejineros estaban entre estos notables, su cuñado Domingos Landín y su tío materno Juan González el herrero. Por ello la mayoría de historiadores coinciden en considerar a Gonzalo González y su yerno Asenjo Gómez como los auténticos fundadores de Tejina. El principal tema tratado en esta visitación  fue la contaminación del agua que provocaba Lope Hernández y Francisco Ximénez de Tegueste (4) .Tres siglos antes de que Luis Pasteur y Koch iniciasen la microbiología médica y con ella tiraran por tierra la teoría de la generación espontánea, el enriado del lino, que se hacía barranco arriba, se constituía en el primer problema para los vecinos ya que se sabía alteraba gravemente la salud de las personas y el ganado. Se creía entonces que la transmisión de la enfermedad se llevaba a cabo a través del aire con la formación de los miasmas. Comentaba el boticario real D. Manuel Hernández de Gregorio (5)
a finales del siglo XVIII que

No solamente no conviene beber el agua de las balsas interin se macera el lino, sí que también deben estas colocarse en parages que no puedan perjudicar á la salud pública con las emanaciones que de ellas salen; pues ha demostrado la esperiencia que producen calenturas intermitentes de mala especie. Ademas de colocar dichas balsas en sitios opuestos al corriente de los vientos que generalmente reinan en el pais, se cuidará establecerlas á distancias proporcionadas unas de otras, evitando asi la reunión de los hálitos de todas, y la infección general de la atmósfera, que podría perjudicar á los pueblos vecinos. Lo mismo debe entenderse respecto de las balsas en que se macera el cáñamo ú otro vegetal cualquiera.

En un territorio recién conquistado  las devastadoras epidemias provocaba que la ausencia de enfermedades fuese el bien más preciado y la putrefacción del lino, y la pestilencia consecuente en los estanques, una de las actividades más controladas. En ese caso se decidió que en lo sucesivo dicha actividad sólo pudiese efectuarse en el barranco de Nuestra Señora de los Dolores, otras veces llamado del Hospital de la Misericordia (Tejina) y en de los Velasco (barranco del Pico) y se elaboraron ordenanzas tendentes a proteger la acequia de Tejina y a actuar como Alcalde de Aguas. Con toda probabilidad la denominación del enriadero de Milán con su cruz característica son vestigios que han quedado de tal actuación.  No es de extrañar que los cursos de agua sobre los que se estaba constituyendo Tejina adquiriesen nombres característicos como el barranco de Ntra. Sra. De los Dolores o de San Sebastián, el mismo nombre de los dos hospitales de la isla que también se encontraban barranco arriba, en la Ciudad de San Cristóbal.      
La ausencia de pozos que impedían que  bajara el nivel freático hasta los niveles actuales provocaba que la visión que entonces se tenía del paisaje en relación a los acuíferos naturales fuese diferente del actual. Según  Pereira y Pacheco en el pueblo existían otras fuentes como las de Milán, barranco abajo o el de Arico que le servía a Gregorio Suárez  para plantar nopales y la obtención de cochinilla en su mejor época, o en el barranco Perdomo que también fue origen de los primero repartimientos de agua y tierras, sobre todo entre portugueses y de las islas orientales. Asenjo Gómez, padre de Bartolomé, hábilmente empleó sus conocimientos de su tierra originaria para dedicarse al cultivo de la vid en regadío (6). A diferencia de lo que ocurría en Andalucía o Castilla los portugueses estaban más acostumbrados al cultivo en la ribera del río. Para su cultivo se requerían acequias que se hacían de madera como las de la isla portuguesa que lleva su nombre, la actual Madeira.  Si bien las primeras se extraían de los montes más cercanos, empleándose sobre todo el Barbusano, rápidamente su consumo necesitó ser regulado  importándose la tea del pino canario. Las heredades de viñas podían disponer de otras instalaciones relacionadas con el agua como las aceñas (molinos de agua). Aunque su función estaba orientada a la molienda de cereales los viñateros que tomaban a renta estas heredades se veían obligados a atenderlos. Una muestra de estas aceñas la podemos contemplar hoy en día en el característico cubo de vaso en la ladera de la Tejinetilla  que fabricado de  argamasa y cantería y de forma troncocónica  servía para dar altura al agua. A través de una salida estrecha o bocín el agua salía a suficiente velocidad para golpeando las cucharas o alabes hacía girar las ruedas y el eje que acoplado a la piedra o muela superior trituraba el grano (7)   
            La antigüedad de estos heredamientos esta documentalmente contrastada, como de
igual forma lo está la figura necesaria para mantener la regulación y el buen uso de los mismos a través del Alcalde de Aguas como consta requiere mantener Juan Estévez frente al Cabildo en virtud a una provisión de una Real Audiencia de Gran Canaria el 18 de julio de 1567. Las disputas por invasión de competencias entre La Laguna y Tejina data de fechas muy tempranas ya que no fue hasta 1833 cuando las competencias reguladoras de agua pasaron a los municipios. Hasta entonces regían la viejas ordenanzas que en su título X sobre aguas y abrevaderos citaba al Alcalde de Aguas de las heredades de agua, el cual se eligía entre sí todos los años en enero y juraría ante el Alcalde y el escribano que hará su oficio bien y fielmente (8).
           
Sin embargo, hay que esperar hasta  la segunda mitad del siglo XIX para que surjan los heredamientos de agua con el concepto de comunidad de regantes que tenemos en la actualidad. Es en 1850 cuando consta que aparece la primera comunidad de Aguas de Tejina como una iniciativa de Gregorio Suárez. Aunque su documentación originaria está perdida hay en cambio copias más actuales con listados de los diferentes derechos y se debe de destacar  que es tres años más antigua  que la que se considera primera comunidad moderna  de la isla, “Las Aguas”  de la Orotava que se constituyó en 1853 (9). De la importancia de estas iniciativas da fe la denuncia ante el Ayuntamiento a la que estuvieron abocados a presentar los vecinos de Tejina y Valle de Guerra en defensa de la utilización de la fuente de Milán en 1878 (10). El agua fue siempre vital, sobre todo en épocas de sequía, y para La Laguna que a pesar de su nombre era completamente de secano, Tejina se constituía en su perla, el pueblo que cultivaba en regadío.


BIBLIOGRAFIA
1.-AMLL, Datas, OI.1.XXXVI,doc36, pag.216.
2.-Pereira y Pacheco, A.: Muncipalidad de Texina, BMSCT, Ms, 56.
3.-Peraza de Ayala, J.:Las antiguas ordenazas de la Isla de Tenerife. , título JX.
4.-Baez Hernández, F.: La comarca de Tegueste (1497-1550). Un modelo de la organización del espacio a raiz de la conquista.
5.-Alonso Herrera, G.: Agricultura General, pag 185.
6.-Martínez Galindo, P.M.. La vid y el vino en Tenerife, pag 96.
7.- Gómez Gómez, M.A.: La industria del agua: molinos sierras y batanes. Actas de las I Jornadas “Prebendado Pacheco” de Investigación Histórica.
8.- Alcalde de Aguas. AMLL, P-XII-20.


jueves, 7 de mayo de 2015

San Juan Bautista, el icono olvidado

Narrar el siglo XVII resulta  más complicado que  los demás porque es el siglo que se encuentra entre las Datas de repartimiento del siglo anterior y los primeros censos que aportó el Siglo de las Luces. Hacerse una composición de lugar requiere saber reconocer el espacio. El problema surge en el mismo momento que la dispersión del medio centenar de familias que constituía entonces Tejina provocase que ésta no se reflejase en los planos. Tenemos que recurrir para ello al plano del Prebendado Antonio Pereira y Pacheco que creado dos siglos después utilizó  datos de un cronista del siglo XVII  Juan Núñez de la Peña (1).
        De igual forma que le ocurrió a Viera y Clavijo, El Prebendado Pereira y Pacheco, en su últimos años de ejercicio profesional, abandonó la ciudad de La Laguna, su ciudad natal, y se retiró a un lugar más humilde, la Parroquia de Tegueste. Tal era la pobreza de este pueblo que él mismo narraba que ni pósito tenía. A este clérigo ilustrado le debemos un plano en el que sitúa las principales calles de Tejina coronado por las tres principales ermitas que citaba Núñez de la Peña, San Bartolomé, San Sebastián y San Juan. La advocación a estos tres santos protectores nunca fue caprichosa, protegía sobre todo del hambre y de la enfermedad.
        Aunque el siglo XVII  fue el siglo de oro español y, con Felipe IV gobernando, se recogían los frutos culturales de una hegemonía europea, Canarias era aún frontera recién conquistada donde el analfabetismo y la superstición era lo que más prodigaba. Conquistadores y evangelizadores seguían yendo de la mano. San Bartolomé, santo de endemoniados y epilépticos, era el protector del Hospital del Espíritu Santo (2) que terminó fusionándose con el de Los Dolores (la que fue Casa de Socorro) y San Sebastián el protector  del Hospital que lleva su nombre (el actual Asilo de Ancianos). Eran por tanto los santos de los únicos dos hospitales de la isla. No es de extrañar que frente al número dos, que más que diálogo denota confrontación, se afanasen por buscar al tercero en la discordia. Frente a otros santos protectores de la enfermedad como San Lázaro o San Roque es evidente que el más codiciado por los evangelizadores era San Juan Bautista.
        El número tres siempre fue un número especial. En la cultura medieval cristiana significaba el movimiento continuo y la perfección de lo acabado. La Iglesia Cristiana de occidente, abandonó la circunferencia y su connotación central, como la observada en la Iglesia de Santa Sofía, por las  tres naves romanas. Esta significación arquitectónica del número tres ha llegado a nuestros días con el carácter indeformable que tiene triangulo observado en las cúpulas geodésicas de Füller que tanto han influido en la arquitectura postmoderna.
        Según observamos en el Plano de Pereira, Tejina tenía sólo dos calles la calle que iba para arriba y la calle que iba para abajo. Tejina nunca tuvo la tercera Calle del Medio de la que sí dispusieron otros pueblos como Garachico o Arona.
La Calle de Arriba conducía a través del  Calvario y la Ermita de San Sebastián (actual cementerio) a San Gonzalo. Tal y como cita Núñez de la Peña, Tegueste Nuevo o San Gonzalo estaba entonces bajo la jurisdicción real de Tejina y la ermita de la Virgen del Socorro era el verdadero centro de vocación mariana de toda la comarca y de gran parte de la isla. La Calle de Abajo  conducía a la Ermita de San Juan Bautista en Bajamar una de las construcciones más antiguas de toda la comarca junto con la Iglesia de San Bartolomé. Esta ruta devocional de Calle de Arriba y Calle de Abajo tenía  también un evidente valor comercial ya que era la ruta de desembarco de los caldos de Amaro Pargo en San Gonzalo y de la Viña Grande de Asenjo Gómez en El Riego. Como decía Rumeu de Armas (3) la piratería y el comercio siempre tuvo estrechas vinculaciones.
La relación que tuvo desde sus orígenes la ermita de San Juan y la de San Bartolomé lo atestigua su patronazgo. Construida la ermita de San Juan en 1628 por María y Catalina de Vargas, antecesores de los Tabares, se le otorga patronato en 1638 a Juan de Vargas Cabrera Capitán General de Cumaná (en la actual Venezuela). Casó con Gracia Jerónima hija de Bernardo Lercaro y Jacobina Westerling benefactores del edificio del Arca de la Misericordia de Tejina.  Es una huella genovesa y flamenca temprana  la que tenemos en Tejina con esta cuarta generación de Lercaros afincados en Canarias casados con los Westerling. La Alhóndiga, como la conocemos en Tejina, de iniciativa exclusivamente vecinal y eclesiástica, es la que caracterizó el espíritu cooperador de la Tejina del siglo XVII. Sus estatutos y su carácter abierto son un ejemplo para el propio  Olivera (4), el cual cita como otro de los benefactores al Alférez Francisco Suárez de Armas que tal y como reza en su hoja de servicios era responsable de la custodia de los embarcaderos de la costa de Tejina (Bajamar) y Punta del Hidalgo.
El espíritu comercial de Tejina le viene por tanto desde antiguo y no puede estar mejor representado que en la forma de adquisición que Lorenzo Santana (5) postula para la imagen del Santo Patrón de San Bartolomé. Gaspar Hernández Cocón, alcalde de Tegueste y Tejina, mediante escritura de obligación de tornaviaje a las Indias requiere el 28 de febrero de 1584 de Diego López, zapatero, vecino de La Laguna, una imagen Sevillana de San Bartolomé abonándole en especie con una bota de vino de nueve doblas de oro castellanas de 500 maravedíes cada una de ellas, con la esperanza que la pericia comercial de Diego López le permita intercambiarla en las Indias por mercancía que puestas en el puerto de Sevilla alcancen las 50 doblas requeridas para la adquisición. Se confía por tanto en la colaboración desinteresada del intermediario invirtiendo para ello un quinto del valor real de la mercancía.
El acto principal de las fiestas de Tejina en el siglo XVIII era la Librea. acto de ofrenda al santo que conmemoraba la victoria de Lepanto a imitación de lo que se hacía en Sevilla. Como ya citaba en su diario Juan Primo de la Guerra, vizconde de Buen Paso (6), esta librea era igual que la de todos los pueblos pero enlucida con la presencia física del Regimiento de Ultonia, mercenarios irlandeses afincados en Tejina que vinieron con Cagigal. El cambio de una sociedad militar por otra agrícola y la marcha del Regimiento de Ultonia durante la Guerra de la Independencia dejaron sin sentido este acto festivo que estuvo vigente hasta principios del siglo XX.
Las fiestas de Tejina y su acto de ofrenda de los Tres Corazones a San Bartolomé simboliza esta ofrenda a tres bandas de la tradición renovada de la Librea del siglo XVII. Según narra la tradición oral que me ha llegado de mi abuelo a los corazones de la Calle de Arriba y de la Calle de Abajo se le unía entonces el de Bajamar. Aunque existe controversia en este último aspecto lo que sí parece contrastada era la participación de Bajamar en los actos litúrgicos junto con la Calle de Arriba y  La Calle de Abajo hasta ya entrado el siglo XX. Una terna devocional que tenía como puerta de entrada a la ermita de San Juan, una puerta a los embarcaderos de la Punta que de igual forma que servía para dar entrada al comercio también lo hacía para la enfermedad.

REFERENCIAS

(1 Nuñez de la Peña, Juan (1676). Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria y su descripción, con muchas advertencias de sus privilegios, conquistadores, pobladores, y otras particularidades en la muy poderosa isla de Thenerife, pag 339.
(2) Baez Hernández, Francisco. La comarca de Tegueste (1497-1550). Un modelo de la organización del espacio a raiz de la conquista,  pág 143.
(3) Rumeu de Armas, Antonio (1945) Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias.
(4) Rosa Olivera,Leopoldo de la. Noticias históricas de la Parroquia de San Bartolomé de Tejina. Revista de Historia, número 62. Abril-junio de 1943.
(5) Santana Rodríguez, Lorenzo. Consideraciones en torno a las pautas en los encargos de las esculturas de carácter religioso en Canarias durante el Quinientos. Estudios Canarios LVI (2012), pag 132.

(6) Rosa Olivera, Leopoldo de la,. Diario de Juan Primo de la Guerra.