jueves, 7 de mayo de 2015

San Juan Bautista, el icono olvidado

Narrar el siglo XVII resulta  más complicado que  los demás porque es el siglo que se encuentra entre las Datas de repartimiento del siglo anterior y los primeros censos que aportó el Siglo de las Luces. Hacerse una composición de lugar requiere saber reconocer el espacio. El problema surge en el mismo momento que la dispersión del medio centenar de familias que constituía entonces Tejina provocase que ésta no se reflejase en los planos. Tenemos que recurrir para ello al plano del Prebendado Antonio Pereira y Pacheco que creado dos siglos después utilizó  datos de un cronista del siglo XVII  Juan Núñez de la Peña (1).
        De igual forma que le ocurrió a Viera y Clavijo, El Prebendado Pereira y Pacheco, en su últimos años de ejercicio profesional, abandonó la ciudad de La Laguna, su ciudad natal, y se retiró a un lugar más humilde, la Parroquia de Tegueste. Tal era la pobreza de este pueblo que él mismo narraba que ni pósito tenía. A este clérigo ilustrado le debemos un plano en el que sitúa las principales calles de Tejina coronado por las tres principales ermitas que citaba Núñez de la Peña, San Bartolomé, San Sebastián y San Juan. La advocación a estos tres santos protectores nunca fue caprichosa, protegía sobre todo del hambre y de la enfermedad.
        Aunque el siglo XVII  fue el siglo de oro español y, con Felipe IV gobernando, se recogían los frutos culturales de una hegemonía europea, Canarias era aún frontera recién conquistada donde el analfabetismo y la superstición era lo que más prodigaba. Conquistadores y evangelizadores seguían yendo de la mano. San Bartolomé, santo de endemoniados y epilépticos, era el protector del Hospital del Espíritu Santo (2) que terminó fusionándose con el de Los Dolores (la que fue Casa de Socorro) y San Sebastián el protector  del Hospital que lleva su nombre (el actual Asilo de Ancianos). Eran por tanto los santos de los únicos dos hospitales de la isla. No es de extrañar que frente al número dos, que más que diálogo denota confrontación, se afanasen por buscar al tercero en la discordia. Frente a otros santos protectores de la enfermedad como San Lázaro o San Roque es evidente que el más codiciado por los evangelizadores era San Juan Bautista.
        El número tres siempre fue un número especial. En la cultura medieval cristiana significaba el movimiento continuo y la perfección de lo acabado. La Iglesia Cristiana de occidente, abandonó la circunferencia y su connotación central, como la observada en la Iglesia de Santa Sofía, por las  tres naves romanas. Esta significación arquitectónica del número tres ha llegado a nuestros días con el carácter indeformable que tiene triangulo observado en las cúpulas geodésicas de Füller que tanto han influido en la arquitectura postmoderna.
        Según observamos en el Plano de Pereira, Tejina tenía sólo dos calles la calle que iba para arriba y la calle que iba para abajo. Tejina nunca tuvo la tercera Calle del Medio de la que sí dispusieron otros pueblos como Garachico o Arona.
La Calle de Arriba conducía a través del  Calvario y la Ermita de San Sebastián (actual cementerio) a San Gonzalo. Tal y como cita Núñez de la Peña, Tegueste Nuevo o San Gonzalo estaba entonces bajo la jurisdicción real de Tejina y la ermita de la Virgen del Socorro era el verdadero centro de vocación mariana de toda la comarca y de gran parte de la isla. La Calle de Abajo  conducía a la Ermita de San Juan Bautista en Bajamar una de las construcciones más antiguas de toda la comarca junto con la Iglesia de San Bartolomé. Esta ruta devocional de Calle de Arriba y Calle de Abajo tenía  también un evidente valor comercial ya que era la ruta de desembarco de los caldos de Amaro Pargo en San Gonzalo y de la Viña Grande de Asenjo Gómez en El Riego. Como decía Rumeu de Armas (3) la piratería y el comercio siempre tuvo estrechas vinculaciones.
La relación que tuvo desde sus orígenes la ermita de San Juan y la de San Bartolomé lo atestigua su patronazgo. Construida la ermita de San Juan en 1628 por María y Catalina de Vargas, antecesores de los Tabares, se le otorga patronato en 1638 a Juan de Vargas Cabrera Capitán General de Cumaná (en la actual Venezuela). Casó con Gracia Jerónima hija de Bernardo Lercaro y Jacobina Westerling benefactores del edificio del Arca de la Misericordia de Tejina.  Es una huella genovesa y flamenca temprana  la que tenemos en Tejina con esta cuarta generación de Lercaros afincados en Canarias casados con los Westerling. La Alhóndiga, como la conocemos en Tejina, de iniciativa exclusivamente vecinal y eclesiástica, es la que caracterizó el espíritu cooperador de la Tejina del siglo XVII. Sus estatutos y su carácter abierto son un ejemplo para el propio  Olivera (4), el cual cita como otro de los benefactores al Alférez Francisco Suárez de Armas que tal y como reza en su hoja de servicios era responsable de la custodia de los embarcaderos de la costa de Tejina (Bajamar) y Punta del Hidalgo.
El espíritu comercial de Tejina le viene por tanto desde antiguo y no puede estar mejor representado que en la forma de adquisición que Lorenzo Santana (5) postula para la imagen del Santo Patrón de San Bartolomé. Gaspar Hernández Cocón, alcalde de Tegueste y Tejina, mediante escritura de obligación de tornaviaje a las Indias requiere el 28 de febrero de 1584 de Diego López, zapatero, vecino de La Laguna, una imagen Sevillana de San Bartolomé abonándole en especie con una bota de vino de nueve doblas de oro castellanas de 500 maravedíes cada una de ellas, con la esperanza que la pericia comercial de Diego López le permita intercambiarla en las Indias por mercancía que puestas en el puerto de Sevilla alcancen las 50 doblas requeridas para la adquisición. Se confía por tanto en la colaboración desinteresada del intermediario invirtiendo para ello un quinto del valor real de la mercancía.
El acto principal de las fiestas de Tejina en el siglo XVIII era la Librea. acto de ofrenda al santo que conmemoraba la victoria de Lepanto a imitación de lo que se hacía en Sevilla. Como ya citaba en su diario Juan Primo de la Guerra, vizconde de Buen Paso (6), esta librea era igual que la de todos los pueblos pero enlucida con la presencia física del Regimiento de Ultonia, mercenarios irlandeses afincados en Tejina que vinieron con Cagigal. El cambio de una sociedad militar por otra agrícola y la marcha del Regimiento de Ultonia durante la Guerra de la Independencia dejaron sin sentido este acto festivo que estuvo vigente hasta principios del siglo XX.
Las fiestas de Tejina y su acto de ofrenda de los Tres Corazones a San Bartolomé simboliza esta ofrenda a tres bandas de la tradición renovada de la Librea del siglo XVII. Según narra la tradición oral que me ha llegado de mi abuelo a los corazones de la Calle de Arriba y de la Calle de Abajo se le unía entonces el de Bajamar. Aunque existe controversia en este último aspecto lo que sí parece contrastada era la participación de Bajamar en los actos litúrgicos junto con la Calle de Arriba y  La Calle de Abajo hasta ya entrado el siglo XX. Una terna devocional que tenía como puerta de entrada a la ermita de San Juan, una puerta a los embarcaderos de la Punta que de igual forma que servía para dar entrada al comercio también lo hacía para la enfermedad.

REFERENCIAS

(1 Nuñez de la Peña, Juan (1676). Conquista y antigüedades de las islas de la Gran Canaria y su descripción, con muchas advertencias de sus privilegios, conquistadores, pobladores, y otras particularidades en la muy poderosa isla de Thenerife, pag 339.
(2) Baez Hernández, Francisco. La comarca de Tegueste (1497-1550). Un modelo de la organización del espacio a raiz de la conquista,  pág 143.
(3) Rumeu de Armas, Antonio (1945) Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias.
(4) Rosa Olivera,Leopoldo de la. Noticias históricas de la Parroquia de San Bartolomé de Tejina. Revista de Historia, número 62. Abril-junio de 1943.
(5) Santana Rodríguez, Lorenzo. Consideraciones en torno a las pautas en los encargos de las esculturas de carácter religioso en Canarias durante el Quinientos. Estudios Canarios LVI (2012), pag 132.

(6) Rosa Olivera, Leopoldo de la,. Diario de Juan Primo de la Guerra.

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