sábado, 9 de junio de 2012

LA DIETA DE LA SENSATEZ

En nutrición estamos acostumbrados a escuchar recomendaciones, con frecuencia contradictorias, que parecen poner en tela de juicio la sensatez de quienes la proponen. La causa fundamental radica en la necesidad real de individualizar cada una de las propuestas ya que la respuesta nutricional de cada individuo es diferente.
Llega el verano y se pone en marcha la “operación bikini”. Es el momento de establecernos unas pautas de actuación que no sólo nos debe servir para el verano, sino  de avanzadilla para el resto del año, pero sin prisas, sin grandes objetivos y con mucha voluntad. Los especialistas nos dicen que lejos de fijarnos en la alimentación nos tenemos que fijar primero en la actividad física, en quemar lo que comemos, porque como decía el profesor Grande Covián, “el único alimento que no engorda es el que se queda en el plato”.Y  como también decía “hay que comer de todo pero en plato de postre” y guiarnos por nuestra dieta de siempre, la dieta mediterránea. Sin embargo, se debe tener presente el concepto del balance energético y tener claro que la única forma de bajar de peso es ingiriendo menos calorías de las que gastamos y durante un tiempo más o menos prolongado, por lo tanto, no nos engañemos, debemos ingerir menos calorías y gastar más con el ejercicio. Para conseguirlo se requiere de una gran porción de  voluntad que a su vez se alimenta de resultados y es en este momento cuando entran en juego dietas que podrían parecer desequilibrantes, cuando sólo lo son en apariencia por la reducción de algún nutriente en particular, el verdaderamente energético. Esa dieta debe ser agradable y variada para poder vencer el componente emocional que conlleva ese sobresfuerzo de voluntad, al menos en los primeros momentos, y sobre todo, recordar  que deben ser  actuaciones puntuales que nos deban permitir  mantener una dieta equilibrada.

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