domingo, 30 de marzo de 2014

Farmacéuticos en Tejina (II), Asiul-luisA

A finales del siglo XIX, en 1898, España perdía sus últimas colonias en Cuba. La decadencia de este final de siglo iba a ocasionar en toda Europa dos guerras mundiales en tan sólo 40 años. La primera farmacia en Tejina se instaló en este ambiente con el agravante de la gran depresión del 29. Esta farmacia se constituía como un verdadero espacio de salud de 24 horas, ya que los médicos que ejercían en la zona D.Miguel Melo o D. Fernando Reig residían en La Laguna y Tegueste respectivamente. El primer médico no se instaló en Tejina hasta una década después, D. Rigoberto Díaz Mederos, como una iniciativa privada de los propios vecinos del pueblo, como Pancho Alejo, quienes lo habían conocido realizando las milicias universitarias en el batallón militar que se había instalado en Tejina. D. Rigoberto residió en la Calle Génova, cerca de El Campito, y ejerció la medicina durante tres años hasta que obtuvo por oposición la plaza de Médico Titular de Güimar donde con el tiempo se constituría en toda una institución. En éstas mismas fechas sí se ocupó en cambio una plaza oficial de Profesor Practicante Titular por D. Octavio Cabrera que residía en casa de Julián Hipólito, por encima del Cuatro Caminos, en la actual Araucaria. Fue sólo entonces cuando por fin se ocupó la plaza de Inspector Médico Municipal en Tejina por D.José Ascanio que residió en el antiguo batallón militar, el actual grupo escolar de S. Bartolomé de la Calle Tomás González Rivero. Cerca de 30 años habían pasado desde la primera solicitud y confirmación por el pleno del Ayuntamiento de la Laguna de un médico para Tejina.

            En 1934 se intaló en Tejina el farmacéutico D. José Rodríguez Hernández. Fue la lotería del cultivo del tomate lo que arruinó a este hijo del antiguo alcalde de Gáldar, uno de los cuatro hermanos que también fueron los primeros licenciados de su pueblo. Este Inspector Farmacéutico Municipal con farmacia en Gáldar y Las Palmas, concejal y primer teniente de Alcalde de Las Palmas se vió en la tesitura de ante la única opción que tenía de irse ejercer a Guinea  trasladase en su lugar a  La Laguna, ciudad donde había estudiado el bachillerato. Fue su familiar de acogida, el Dr. D. Tomás Sánchez Pinto, Inspector Médico Municipal, el que le convenció de que  la mejor opción para ejercer su profesión estaba en Tejina, siempre pensando en la educación de sus hijos. Conocía el Dr. Sánchez Pinto perfectamente que las reinvindicaciones tejineras en materia sanitaria habían sido utilizadas en el expediente de segregación de Tejina presentada por su cuñado D. Adolfo González Rivero en 1926. Esto propició que en los presupuestos de 1927 se consignara específicamente la plaza del Médico de Tejina, diferenciándolo de los otros tres existentes lo cual requería la presencia de un farmacéutico. Ya en las actas del pleno de 3 de abril de 1926 aparece la renuncia del Médico titular D. Angel Capote Gutiérrez y el nombramiento de D. Eladio Zerolo Alvarez al que se le impuso nuevamente la obligatoriedad de residir en Tejina.

D. José vivió en Tejina sólo 6 años desde 1934 a 1940, pero fueron suficientes para grabar en la memoria de su hijo Jesús, de 4 años, unas vivencias que ahora con 83 años me narra con una claridad sorprendente. D. Jesús Rodríguez, actual farmacéutico de la Paterna en Las Palmas, recuerda perfectamente tanto las algarabías en torno a las celebraciones en Tejina de la victoria electoral del Frente Popular de febrero del 36, como los diálogos de rebotica que se producían en la farmacia, en torno a la radio comprobando la evolución de la contienda, entre su padre D. José, D. Miguel Lemus y el párroco D. José Rodríguez García. Esta vieja radio que es capaz de sintonizar frecuencias extranjeras siempre me ha recordado como en torno a ella todos mis hermanos ayudábamos en la recepción de los pedidos, rellenando y pegando los tickets con pinceladas de la goma arábiga que teníamos almacenada.

Fueron estos diálogos de rebotica la verdadera antesala de los que luego se producirían en su farmacia en La Laguna, la farmacia Asiul, que le darían fama porque por su cercanía llegaron a competir con las tertulias del Ateneo. Frente apellidos como Santos o Renedo, apellidos que denotan a canarios nuevos,
  desde sus comienzos en Tejina eligió el nombre de Asiul en homenaje a su cuñada (Luisa al revés)  que se erigió como especial valedora ante su marido Sebastián, también farmacéutico, y al resto de su familia política para ayudarle a salir adelante. De esta época también he podido conservar el autoclave que D. José utilizaba para fundir las grasas de su medicamento estrella “La Bernebina” un ungüento negruzco muy utilizado para la tetera de las vacas y cuyo nombre se lo puso en recuerdo a Bernabé Hernández al que llamaban “el tuerto”, conocido curandero que ejercía de veterinario para toda la comarca  y residía en el Pico Bermejo. En su fabricación le ayudaba Gregoria, una teguestera que alternaba los trabajos domésticos de la cocina con el mortero de la rebotica. D. José se trasladó a La Laguna para cubrir la plaza vacante de inspector que se produjo tras la muerte de D.Manuel Santos Madan, lo cual le
permitió escoger una ubicación idónea para la misma, a la sombra de la catedral, al mismo límite del
3ªdistirito, entre la parada de guaguas y el Hospital de los Dolores. Mientras tanto dejaba en Tejina unbotiquín en el Ramal que atendía Gregoria la cual utilizaba el servicio regular de guaguas como forma de abastecimiento. Una forma que no nos debe de extrañar si tenemos en cuenta que las farmacias  de La Laguna se abastecían a su vez de una combinación de tranvía y mulo. 

1 comentario:

  1. Muy buen artículo. Don Alfonso Morales tiene un discípulo meritorio.

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