miércoles, 17 de octubre de 2018

Antimoniales en la terapia actual








Los textos más antiguos sobre inventarios o petitorios farmacéuticos de que disponemos en Canarias datan de la época preilustrada (comienzos de siglo XVIII). Los petitorios de Ruiz de Bustamante en Santa Cruz y los de Paroy en Laguna atestiguan que las teorías de Paracelso estaban perfectamente asentadas destacando los mercuriales y los antimoniales como medicamentos estrellas. El antimonio se conocía desde tiempo remotos en la región mesopotámica asociada a la extracción del cobre, conocida entonces como estibina de donde deriva su simbología química (Sb) cono derivado del latín Stibium (blanco de arena gris brillante).






Aunque la quema de los libros de Avicena (Ibn Sina en árabe) por Paracelso ha sido un hecho muy narrado, dicha actitud fue motivada por un rechazo a la medicina escrita ante la experimental más que a un rechazo propio hacia el autor. Avicena fue todo un fenómeno filosófico e intelectual en el mundo árabe que supo recuperar todo el saber de la antigua grecia, en particular la de Galeno. El Canon de Avicena traducido al latín llegó a ser texto obligado de las principales universidades europeas hasta bien entrado el siglo XVII. De hecho siempre se le ha considerado como el sucesor de Galeno. A la escuela toledana del siglo XII le debemos la traducción al latín y en ella aparece recopilado todo el saber médico del mundo antiguo. Avicena, por ejemplo describió ya enfermedades como la lepra blanca  o llaga oriental a la que definió como dolor de Balkh, ciudad del norte de Afganistán que hoy en día se cree que es una descripción muy antigua de una enfermedad parasitaria, la leishmaniasis cuyo tratamiento con antimoniales está en vigor aún hoy en día. El antimonio, que hoy se le reconoce más por sus propiedades ignífugas, se ha venido utilizando desde tiempo inmemorial. Un alquimista alemán que se hacía pasar por un supuesto monje benedictino lo introdujo en 1602, ensalsando sus propiedades contra la sífilis, la fiebre y la peste bubónica. Por sus propiedades antipiréticas solo fue desplazado por la aspirina.





La Leishmaniasis es una enfermedad parasitaria provocada por un protozoo la Leishmania donovani que se transmite a través de la picadura de mosquitos utilizando a perros y ratas como intermediarios. La enfermedad se presenta en dos formas principales la cutánea y la visceral o Kala-azar, mucho más grave. El Pentostám (estibogluconato sódico) es un producto antimonial pentavalente surgido sobre 1940. El tratamiento con inyecciones está considerado como un tratamiento muy efectivo llegando alcanzar la tasa de curación del 90%. Sin embargo la resistencia protozoaria  que se están creando en contra del producto está hoy en día reduciendo su eficacia por debajo del 30% por lo que están siendo investigadas nuevas pautas de tratamiento.

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